Ja fa unsanys que sona dins la meva ment aquesta triste cantarella, la que només troba l'insult com a l'única manera.. Atorga'm cert poder i enfarfegaré fins dalt les meves pròpies butxaques amb l'insípid aliment que li trec a l'ignorant i despreocupat col.lectiu, qui plora sempre pel darrera.
S'entén que és condició humana l'obtenir bon benefici amb l'esforç de cada dia però, entretant, aquells inspirats en la igualtat somnien truites servides en plat escardat per la utòpica empatia.Mentre uns laboren durament assolint l'alt destí dins les seves pròsperes carreres, d'altres resten aturats intentant gaudir al lloc on consideren la més cómoda de les fronteres.
Sigui el premi quelcom honest o colmat de hipocresia, li pertoca a qui el treballa, doncs la nostra societat manté encara viu el salvatge tarannà de la criatura més depredadora, probablement perque encara no hem aconseguit canviar aquest caràcter primitiu sobrepassant la absurda dinàmica acumuladora.
Lluny, doncs, tots encara som del prat on bufa l'aire pertinent amb la brisa educativa, allà on creix el fresc past del discurs més coherent i on la vista s'obrea l'enfocada i colorida perspectiva..
El temps imposa, el temps estima, la feblesa d'allò que és cordial encara resta massa repartida.. .
"Parece evidente: la economía del dinero,
basada en el dinero como la única mercancía estimable, ha acabado con la
economía burguesa, basada en la producción de cosas intercambiables mediante el
dinero. El dinero ha sido ritualizado en una gran ceremonia satánica y las
cosas son despreciadas por quienes manejan la cábala de los números. Estamos,
pues, en una economía para iniciados en la secta monetaria. Pero al pie de esta
afirmación conviene recordar en qué consistía la economía burguesa.
La economía burguesa se basaba en un comercio
competitivo, aunque fuera protegido por las banderas nacionales. Era un juego
regido por las reglas sencillas y variables del arancel. La economía burguesa se afincaba en la ampliación
de las clases medias como consumidoras con tendencia a una permanente mejora
moral y material de su estatus. La economía burguesa cuidaba la solidez del
empleo, pues el trabajador seguro de su empleo era un consumidor con tendencia
al ahorro y a la selección creciente de lo consumido. La economía burguesa disponía de un sistema
bancario de proximidad, en el que los directores de las sucursales bancarias
conocían a quien debían apoyar por sus virtudes de iniciativa y honestidad.
Este sistema bancario navegaba siempre con el seguro de que las entidades de
ahorro, las llamadas cajas, se encargaban de una protección social que no tenía
por objeto jugar en la mesa de la especulación financiera.
En resumen urgente todo eso formaba la estructura
fundamental de la economía burguesa. Pero ¿dónde esta la competitividad
comercial, devorada por la concentración globalizadora? ¿Existen hoy las clases
medias? ¿Hay alguna clase de solidez en el empleo, raíz sólida de un consumo
sostenido? ¿No es ahora el sistema bancario un mecanismo de exacción y
extorsión escandalosamente protegido por la ley? ¿Qué ha sido del espíritu de
las cajas de ahorro? Decía Schumpeter que él había nacido burgués, pero que el
único futuro posible era socialista. Hablaba, claro es, del socialismo, que
también ha repudiado su raíz".
Según datos contrastados de relevantes pensadores económicos de nuestra actualidad, el burgués está prácticamente condenado y poco tramo le queda ya por recorrer y evolucionar.
F.D. Roosevelt (mandato presidencial EEUU: Marzo 1933 a Abril 1945) proclamó: "La libertad de una democracia no está asegurada si la población tolera el crecimiento del poder privado por encima del mismo estado democrático. Eso significa, en esencia, la apropiación del gobierno por un individuo o un colectivo fascista".
"El EPI (Economic Policy Institute) muestra como desde
1970 hasta 2013, la productividad en EEUU creció un 64,9%, mientras que el
salario promedio de la mayoría de los trabajadores de EEUU (el 80% de la fuerza
laboral en el sector privado) creció solo un 8%, ocho veces menos que el crecimiento
de su productividad. La consecuencia de ello es que la gran mayoría de la
riqueza creada por el trabajador, como resultado del crecimiento tan notable de
su productividad, no repercutió en su compensación salarial. ¿A dónde fue, pues?".
Todos sabemos que desde que Goldman Sachs, Lehman Brothers, Bear Stearns, American International Group y todos sus ignorantes congéneres derribaron el sistema financiero allá por el año 2008, el reparto de las riquezas en el panorama social ha experimentado una considerable hecatombe a nivel mundial, propiciando a los poderosos unas ganancias estratosféricas en comparación con otros períodos de la historia de la humanidad. Podríamos afirmar con un modesto acierto que se ha experimentado una regresión hacia el tiempo medieval, donde uno gobernaba por la gracia divina (o por ser nacido en un determinado entorno consanguíneo), dictaminando con su pretenciosa batuta de altos vuelos esclavistas sobre toda clase social, y otorgando garantías poderosas a los amiguetes de su entorno más servicial.
Extraño es que, hasta la fecha, ningún filósofo intranquilo (que uno sepa..) haya publicado algún informe esclarecedor de la flagrante cobardía que muestra la burguesía en nuestra actualidad. Esos seres que proliferan a través de esfuerzos ciertamente acotados hasta los niveles económicos apropiados para conseguir garantizar su sosiego ante el frenetismo de su evolución más material, el que se proclama en nuestros días como la única vía que conduce la existencia de una forma, ahora demostrada, ciertamente irracional.
Crecemos valorando y asimilando los errados propósitos que infunden nuestros entornos infectados gravemente de avaricia, evolucionando hacia la conquista de un cierto nivel adquisitivo con el que podremos medir, sin dudar, nuestra capacidad de comprar una particularizada y deseada felicidad. La cuestión es que olvidamos por completo que el incremento en las riquezas individuales es propio de aquellos que luchan a diario como el que persigue su propia felicidad existencial, las hambrientas hienas desalmadas que se aprovechan de nuestra selva comunitaria actual, o simplemente dejamos de escuchar otras posibles vías más factibles de evolucionar en un sano y libre estado de comunidad.
Bien sea uno socialista, comunista, de derechas o central, cada uno mete baza para procurarse un bien en la holganza terrenal, olvidando expresamente al individuo que le circunscribe, quien requiere de versada tolerancia ganancial para subsistir en esta desdichada, para muchos, y cruel realidad. Pocos son los que alcanzan el privilegio en la situación de poder encaminar su futuro hacia una plenitud onerosa de inconmensurables riquezas y, consecuentemente en un panorama desesperanzado como el nuestro, no se prestan a perder de vista a cualquier extraño que amenace a perturbar esa ansiada voluntad.
La pregunta es: ¿Qué harías tú en su lugar?
Resulta obvio que algunos NO hemos venido a esta milagrosa existencia biológica para superar todos los obstáculos de la vida con el fín de acumular, sino para disfrutar luchando por un futuro pleno y colmado de equidad.
Hagan cuentas, por lo tanto, sobre la valoración de sus esfuerzos para conseguir crear el ansiado entorno de felicidad, aquel en el que todos los colectivos lucharán juntos por establecer el buen equilibrio, la armonía y no una despiadada lucha con el vecino para evolucionar hacia un futuro descompuesto, totalmente absurdo y completamente irracional.