Gran artículo publicado en el diario progresista el pasado martes 15 enero por Juan Antonio Molina:
"Decíamos ayer que las mayorías sociales actúan hogaño al igual
que en la obra de Ibsen "Cuando despertemos los muertos": personajes
simbólicos a modo de presencias perturbadoras que socavan el mundo que
habitan recordándonos que la realidad superficial no es lo que parece
ser.
La Casa Real intenta constreñir su descrédito ante la ciudadanía por actitudes poco ejemplares de sus miembros mediante una campaña de imagen. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha encargado Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) el diseño de una estrategia con la que intentar lavar la imagen de los políticos, reconciliar a los ciudadanos con la clase política y frenar ese sentimiento de desconfianza en las instituciones. El secretario general del partido socialista, Rubalcaba, gana tiempo circunscribiendo cualquier iniciativa renovadora o de ascensión de nuevos liderazgos a una mera cuestión de estrategia.
La Casa Real intenta constreñir su descrédito ante la ciudadanía por actitudes poco ejemplares de sus miembros mediante una campaña de imagen. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha encargado Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) el diseño de una estrategia con la que intentar lavar la imagen de los políticos, reconciliar a los ciudadanos con la clase política y frenar ese sentimiento de desconfianza en las instituciones. El secretario general del partido socialista, Rubalcaba, gana tiempo circunscribiendo cualquier iniciativa renovadora o de ascensión de nuevos liderazgos a una mera cuestión de estrategia.
Eugenio Montale nos recordaba que la identificación de lo verdadero
era algo distinto de la imitación de lo verdadero. Imitar la verdad
siempre es un fingimiento que oculta lo real. Como Noam Chomsky
proclamó, la propaganda es a una democracia lo que la coerción a un
estado totalitario. El desmayo de las ideologías y el descrédito de la
política propiciado por los poderes fácticos económicos y sociales y sus
capilaridades partidarias han convertido el acto político en un
aplazamiento permanente de la inteligencia a favor de la propaganda.
Cuando el marketing político intenta sustituir a la realidad ocurre lo
que nos advertía Michel Houellebecq, que la publicidad fracasa, las
depresiones se multiplican, el desarraigo se acentúa; sin embargo, la
publicidad sigue construyendo las infraestructuras de recepción de sus
mensajes. Sigue perfeccionando medios de desplazamiento para seres que
no tienen ningún sitio adonde ir porque no están cómodos en ninguna
parte; sigue desarrollando medios de comunicación para seres que ya no
tienen nada que decir; sigue facilitando las posibilidades de
interacción entre seres que ya no tienen ganas de entablar relación con
nadie.
Se trata de lo que Herbert Marcuse vaticinó en su momento sobre la
propaganda como epifenómeno ideológico que podía cercenar la valiosa
capacidad crítica de la sociedad. Es lo que denominaba sociedad
unidimensional, y el hombre que vive en ella, un hombre unidimensional
que no encuentra diferencias entre lo que se establece como verdad y la
verdad. El hombre unidimensional no tiene capacidad de crítica porque no
encuentra contradicción entre lo ideal y lo real, entre el ser y el
deber ser.
La crisis económica que actualmente padecemos ha sido aprovechada por
un pensamiento único que se presenta como inconcuso, no ya para
desmontar un precario Estado del bienestar, sino para la implantación de
una democracia limitada donde derechos, libertades y competencias
autonómicas se reducen a una simple cuestión de recursos y el Estado de
derecho se convierte en una cour des comptes dejando a la nación sin
propósito ni proyecto común. Todo ello ha conducido a una crisis moral,
de civilización y de pensamiento, porque lo que está ocurriendo es tan
irracional que no se puede justificar teóricamente y la propaganda se
convierte en sustitutivo de la política y de la ética.
Sin embargo, como dijo Nietzsche, el desierto está creciendo. La
realidad invalida los atrezzos retóricos de la publicidad. La pobreza,
la desigualdad, el autoritarismo, el déficit democrático, la
desvertebración social, los abusos de la plutocracia, la corrupción, no
se corrigen con un eslogan ni con las falacias del marketing político.
Todos deberían de entender de una vez por todas que aunque crean que la
propaganda es una formidable vendedora de sueños, resulta que la gente
no quiere que le vendan sueños ajenos, si no sencillamente que se
cumplan los suyos".
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¿Cuál será la palanca que desencallará nuestro vehículo del barrizal en el que estamos tan firmemente atorados?
El que tenga una respuesta coherente que
mantenga su criterio y ejecute sin miramientos la voluntad de todo un
pueblo, el que paulatinamente está corrompiendo sus raices con el progreso social e intelectual..
Cada día que pasa incrementa en mi una efervescente curiosidad por el método y objetivo que finalmente será empleado para derrocar consistentemente a este régimen totalitario y opresor, más no presiento nada agradable ni con carácter progresivo de aplicación escalonada.
A pesar de mi naturaleza, sólo puedo percibir abatimiento y contusión sobre aquel que estrangula con firmeza y complacencia el brillante futuro de esta realidad artificializada por las manos del despotismo y la sinrazón.
Por no ser mio, he de borrar este sentimiento, eliminar la sensación y eludir con valentía el amargo consuelo del horror..
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