".. ¿Qué consecuencias tiene este sistema perverso de contratación? Que no interesa el trabajo bien hecho, el proyecto riguroso o la dirección de obra responsable porque no dejan margen para fullerías. Se está favoreciendo la mediocridad y el ejercicio profesional imperfecto porque a peor proyecto, mayores modificados, mayores beneficios por la puerta de atrás, mayor número de amigos satisfechos, mayores comisiones y en definitiva mayores lucros para unos pocos en contra del bien de la mayoría de los españoles.
Así ni se hace marca España ni seremos nunca un país serio".
Así ni se hace marca España ni seremos nunca un país serio".
enlace al texto completo.
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Comenzaremos esta breve
contestación disculpándonos por la proyección de un concepto que se encaja
mediante la supuesta medicina con la que, buenamente, se podrían apaciguar los
nocivos efectos de la enfermedad que la perla autora del escrito, publicado por El
País el pasado 14 de enero, se regocija imponiendo su publicación, como aquel que jamás
rompió un plato..
Sepan ustedes, estimados
lectores, que los cánones de los Colegios Oficiales de Arquitectos (nunca supe
el porqué de tanto renombre para una institución que vive a costa de sangrar a
los demás sin ninguna razón existencial) son desmesurada y altamentemente
absurdos. Estimada ex-decana del COAM, ¿cuando usted ocupó su cargo, creo a partir del 2007, acaso ajustó dichos costes a un baremo más coherente? ¿Acaso no influyen
los mismos en el coste total sobre sus amados con-"ciudadanos"? ¿Casi
el 1% del coste de un edificio supone los honorarios del arquitecto? ¿En
qué planeta? En el suyo seguro que no.
Estimada Paloma Sobrini, pese a dedicar su carrera principalmente a la arquitectura sanitaria (la que carga con más porcentaje de ingresos para el arquitecto de todas las modalidades edificatorias), sus palabras denotan que usted no entiende casi nada de la práctica profesional de la arquitectura en nuestro país, tampoco respeta a los "ciudadanos" a los que pretende confundir con su alegato colmado de perversa hipocresía.
Estimada Paloma Sobrini, pese a dedicar su carrera principalmente a la arquitectura sanitaria (la que carga con más porcentaje de ingresos para el arquitecto de todas las modalidades edificatorias), sus palabras denotan que usted no entiende casi nada de la práctica profesional de la arquitectura en nuestro país, tampoco respeta a los "ciudadanos" a los que pretende confundir con su alegato colmado de perversa hipocresía.
Si de verdad pretende romper una
lanza por la profesión más torturada del planeta.., métase de verdad con el
colectivo de sus amiguetes politicoides a través de las vías racionales y no
levante perdices en la época de cría..
Contrariamente a lo que usted
afirma, SÍ nos interesa a todos el trabajo bien hecho, porque a los usuarios de los
edificios SÍ les interesa la comodidad, la utilidad de sus espacios y,
sobretodo, la calidad de los acabados para gozar de su pública inversión durante el máximo tiempo posible. Los culpables no sólo son sus amiguetes
desde las salas del control, también juegan un papel relevante en el
desaguisado sus propios compañeros de profesión quienes reparten desmesurados
beneficios de una forma tan corrupta como la de los empresarios constructores
que rebajan sus propuestas para obtener las adjudicaciones. El colectivo
del cemento en su plenitud huele a podredumbre desde los inicios de la historia de la que nos habla el ilustre Octavio Paz.
Haga Ud. el favor de contarnos algo más interesante la próxima vez que su amiguete del periódico El País le ceda un espacio tan generalizadamente divulgativo, seguro que de su extensa experiencia profesional puede extraer alguna historieta con un contenido algo más interesante, si acaso válgase de esa encantadora solvencia que todos mostramos cuando queremos transgredir perseverando hacia la más fehaciente utopía dentro de nuestra denostada realidad..
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Suscribo la totalidad de tus palabras. Los colegios profesionales están subidos en la cresta de la burocracia, viven de nuestras cuotas y de los derechos de intervención, que son porcentuales a unos honorarios que ellos definen, pero no son los que los arquitectos cobramos, puea ahora las tarifas son libres. Creo que todos nos preguntamos qué sentido tiene hoy la existencia de un colegio profesional que no ha sabido si quiera dar su opinión sobre el CTE, que no ha sabido estar a la altura de lo que han dictado las entidades aseguradoras, que no ha sabido definir exactamente las competencias técnicas. Ahora, para justificar su existencia, les queda la triquiñuela de convertirse en entidades de control, ¿debo pensar que su falta de beligerancia contra las compañías de seguros era ya un "ir preparándose el camino" para continuar existiendo ? ¿por qué los colegios no lucharon para hacer valer la facultad técnica y la independencia de los arquitectos para que sea reconocida su capacidad profesional, en vez de cuestionar continuamente sus conocimientos? Ahora ya podemos certificar la muerte del profesional liberal independiente, todo ha quedado en manos de las grandes corporaciones empresariales y el trabajo del arquitecto no es, para ellas, más que otra partida en el estado de mediciones, otra partida en el presupuesto. La dirección de obra ha quedado al albedrío de los "project manager" y de los técnicos, muchas veces becarios, de las entidades de control.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Este país, como entiendo de tus palabras que recíprocamente suscribo, apesta a podredumbre de mala manera. Esta fue una de las razones que me motivaron a desechar mi carrera dentro de la arquitectura y buscar el futuro en una alternativa bastante discordante.
ResponderEliminarGracias Francesc, que suscriban las palabras de uno de vez en cuando estimula felizmente esta mente algo atormentada por tanto imbecilismo gratuito de las castas reinantes.
Saludos y bienvenido..