recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

miércoles, 30 de marzo de 2016

La rotura del contexto, ensayo





Milan Kundera Ignorancia
Capítulo 35 

"... la realidad ya no es lo que era cuando era;  no puede ser reconstruida"



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Al buscar la profunda razón que nos mueve por el tiempo, poco podremos esclarecer de ese preciso momento pues el instante ya ha dejado de estar.  Cubrir de método la rotura cognitiva exaspera cualquier remedio natural, determina un artificial apósito voluntario que conduce a una irremediable herida emocional.

Si por el contrario uno se permite fluir con el lapso, si se deja llevar por la coyuntura que le fagocita abandonando cualquier resistencia que le procure su perseverancia, será más próspero el devengo pues su adaptabilidad aumenta, además de enriquecer su voluntad personal.


R_e_sistirse al imprevisto.
Conduci_r_se por la realidad.
Controla_r su entorno.
Desvelar camin_o con premura.
Dibujarse uno la propia ve_r_dad.


El disparate cometido cuando forzamos la analítica de esa rotura contextual, es capital.  El tiempo es para todos el único valor que se dedica a mancillar cualquier otro concepto que nos empuje a interpretar, somos súbditos del momento y esclavos del azar, pues la duda siempre ha existido y, tengámoslo claro que por mucho que insistamos, por siempre existirá..

La persistencia garantiza que los resultados son inevitables.




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viernes, 4 de marzo de 2016

La tierra empieza donde termina el mar, ensayo





Cuando uno comienza a despertar la visión ininteligible generada por la monotonía cotidiana, despacio, abre su mente mientras trata de enfocar el encuadre de una nueva realidad con un cuidado extremado.  Paulatinamente aprecia nuevos colores, se va despejando el panorama oculto por la insolvencia de la comodidad y la cobardía, y se descubre que los días pretéritos han desaparecido a una velocidad inconcebible, sin apenas haberlos podido aprovechar.

La sensación que aparece resulta espantosa, delirante, aterradora.., aunque también consolida una imagen de la que el perezoso y torpe intelecto huyó desde que el letargo del alma subjetiva empezó a construir el rincón donde madura el mal hábito hacia la desesperanza.  Se trata de la visión siniestra de una sólida nebulosa que adormece los sentidos, un estado que contiene atributos más relacionados con la hibernación de la psique (o fuerza vital) que con cualquiera de las ideas que permiten encontrar algo de realismo positivo en una mente despistada.

Buscar la verdad en un instante como este, es tan comprometido que constituye un ejercicio de alto riesgo, especialmente si nos apoyamos con el báculo que utilizamos al andar indeterminados por un realismo desdibujado.  Mientras nos incorporarnos para advertir la evidencia, caemos de bruces al suelo sin poderlo controlar.  El firme es demasiado abrupto y topamos con todos los impedimentos pasados por alto debido a la falta de visión dispuesta por la lenta e inadvertida destrucción de nuestro propio ego.  Aún, incluso, cuando la descripción de la realidad venga servida en platel de argento por aquel que luce un dorado color de verano ideal, seremos incapaces de ver el camino preciso que nos conduce a una verdadera y auténtica finalidad existencial.

Estamos ahí ante ese instante en el cual uno debe afrontar un contencioso con las incoherencias del pasado y desde donde necesita impulsar nuevas fuerzas con un encuadre hacia un panorama más colorido y funcional.  Todo ello sin desestimar la profunda y cautelosa analítica de los motivos que encauzaron esa desestructuración primaria y valorando, sobretodo, todos los efectos secundarios que deriven del posible desenlace final.

Decía Churchill, en una frase seguramente fuera de este contexto pero útil en la semántica actual, que "el éxito no es definitivo y que el fracaso no es fatal, es el valor de continuar lo que cuenta para avanzar".  También Machado, el gran poeta, cuatro principios claros nos dictó hace ya un tiempo atrás:  "Lo contrario es también frecuente.  No basta mover para renovar.  No basta renovar para mejorar.  No hay nada que sea absolutamente "empeorable".

Visto así, una simple oración perfecta puede hacer desmoronar a un texto barrocamente elaborado, aquel que divaga con el concepto sin puntualizar en la razón. Laconismo antes que demagogia, precisión, elaboración, exactitud, claridad, concisión y conclusión. 

Estamos hartos de oírlo, no hay más que simplificar la vida para no sentir complejidades al intentar determinar caminos acertados.  La verdad absoluta siempre vendrá oculta completamente por la duplicidad.

Dale tiempo, amigo.., pero jamás dejes de pensar.




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martes, 1 de marzo de 2016

El pesar de los pesares es tan ligero que quizá no existe, ensayo






Lejos de pretender establecer las pautas que coordinan la mecánica entre las interacciones que se desarrollan en la sociedad, cuando uno piensa en ello, es difícil evitar creer que en ciertos momentos de circunspección introspectiva, la razón más elemental que motiva a los individuos a interaccionar los unos con los otros radica en la supervivencia dentro del colectivo social.

La soledad es un campo desconocido y opuesto a nuestra curiosidad por naturaleza.  Como dijo Blaise Pascal:  "todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación".

A pesar de todo lo que podamos distinguir como elementos discordantes bajo la razón o el empirismo, casi todos los enunciados particulares pueden ser consolidados en una disyuntiva según se aprecie por el pensamiento subjetivo, bien sea propio o ajeno, independientemente del tipo de relación que establezcamos o creamos que hemos establecido a priori.

Poco tiempo atrás, un adorable y provocadoramente inteligente ser humano, de una forma algo contundente asentía ante la cuestión que nos ocupa como la clave exacta para poder disipar las dificultades que sentimos durante el progreso de nuestras vidas.  Todo sentimiento es falso, todo es irreal.  Afirmando que la obtención de algún beneficio constituye el preciso mecanismo que consolida nuestras formas de navegar en paralelo sobre el contexto emocional, probablemente en la más pura de las relaciones sociales posible, la que va más allá de la tan compleja amistad.

Aquello que nos hace creer que la máxima afinidad entre dos personas es un espejismo de banalidades y carece de una profundidad sentimental.  Constituye una composición de humilde objetividad y más relacionada con el pensamiento centrado en la errada hipótesis o la mala experiencia personal.  Ante éstas, se dispersan las concreciones relativas a dicho concepto con insultante facilidad y pueden hacernos perder el hilo que conduce hacia el futuro y pleno camino que podamos pretender andar.

El vacío que se produce al pensar que una verdadera razón existencial puede ser la indiferencia, como apreció Albert Camus determinando que "hay en mi un vacío atroz, una indiferencia que duele";  se nos puede llenar la mente de variables desconocidas y, por tanto, despreciables si nos conducimos por la vida con el desafecto o la neutralidad.  El mero echo de concebir el vacío significa indiscutiblemente que entendemos la existencia de algo que no se puede, por tanto, negar.

La teoría no es como la práctica, pero la primera se acerca extremadamente a lo que entendemos por construir la realidad.  Los caminos pues, si seguimos la lógica científica que no puede negar aquello imposible de recortar en cifras como el infinito, convergen paralelamente durante tramos tan longevos como uno quiera descifrar de su propio sentimiento de integridad colectiva, pues es exactamente ese concepto el que constituye el elemento que cohesiona cualquier relación social.

Otros rezan pomposas y complejas oraciones sobre la infinidad del individuo, la compleja hibridación objetiva y material con el vacío del Universo, la singularidad existencial de todos y cada uno de nosotros que puede llegar a determinar ejes de energía donde la materia deja de ser tan funcional como la entendemos en nuestra forzada y clásica realidad, como nos indica felizmente el honorable pensador autodidacta Nassim Haramein.

De entre muchas otras teorías, los postulados generales de la física cuántica nos conducen a variadas formas de entender aspectos sobre el lleno y el vacío, lo posible, lo imposible, lo real. Fundamentos que definen aquellas posibilidades tautológicas que establecen la imposibilidad indiscutible de adecuar la experiencia de lo vivido como un único eje del razonamiento más pragmático en lo que atiende a la interacción social.

Claro está que si no atendemos a otras maneras de ver la vida, estos interesantes postulados jamás se contrastarán.








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