recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

lunes, 3 de diciembre de 2018

Aurea mediocritas y la niña de Camboya







          "El mundo se ha conmovido con la aparición de una joven en estado salvaje después de permanecer 19 años perdida en la jungla de Camboya, pero para el remoto pueblo del que procede no hay misterio: cree que los espíritus la han liberado y ha vuelto a casa"..


Así describe el fragmento de un breve artículo publicado en elmundo.es hace ya prácticamente doce años.

  


Interesante historia, sin duda, sobretodo para una mente que se desdobla entre las realidades asfálticas y las del cemento de una civilización consolidada en una sociedad que se supone ecuánime, constante, recta y justa. Sugestiva es la visión para el que intenta procesar tan escueta información sobre un acontecimiento inverosímil, un hecho que nos cuesta dar cabida en nuestro intelecto y procesarla en una imaginación cosmopolita y tan dependiente de la supervivencia que obtenemos de nuestra interrelación social.

Quizás se trate de que el núcleo que oculta la cosmética que mantiene atractiva la paradoja irracional de la realidad que nos envuelve siga todavía donde ha estado siempre.  La ciénaga que constituyen las leyes naturales y que han desarrollado la creación y evolución de la vida en la tierra, sigue presente aunque pretendamos emplear elaborados elementos con los que maquillamos nuestra singularidad frente al reino animal que nos envuelve.  Por mucho que intentemos exprimir nuestro juicio debatiendo y estudiando el pensamiento, la racionalidad e, incluso, lo improbable o lo inconcebible, jamás nos aportará la negación de la existencia de las entrañas del planeta y sus mecanismos como algo que proviene de un mal tan singular. 


Mediocritá es el vocablo italiano que se refiere a la mediocridad, mas aquí planteamos el sustantivo "mediócrita" para cohesionar otros significados que más tienen que ver con la combinación del "mediocre" y, a su vez, "hipócrita", dos condiciones que no debemos confundir pero quizás sí, combinar.  De esta manera, el "mediócrita" sería aquel individuo que, aún sabiendo que forma parte del vulgo social colectivo, desatiende expresamente sus responsabilidades para con su entorno social.

Desgraciadamente, la tolerancia que le estamos otorgando al mediócrita de no culpabilizarlo con los acontecimientos políticos y sociales que se están produciendo en la actualidad, abre una vía de acceso para aquellos oportunistas que quieren coronar sus triunfos de una forma fácil aunque, ciertamente, con una argumentación claramente irracional.  Hoy día, así, tenemos candidatos a directores de plataformas políticas de Estado que vociferan argumentos carentes de criterio porque van a por su propia gloria, sin preocuparse de las consecuencias que sus postulados hayan de producir en nuestra realidad social.  La cuestión es que, poco a poco, éstos sinvergüenzas ganan posiciones y se colocan en los círculos hegemónicos que asientan a aquellos que nos dictarán cómo debemos continuar desenvolviéndonos como sociedad.




La justa medida entre términos opuestos, Aurea mediocritas, interviene en la ecuación como mecanismo para despistar al receptor de un objetivo principal encubierto, que no es nada más que la voluntad férrea de subir a cualquier trono para gobernar. 

Se trata de antiguos delirios de grandeza que se hundían infructuosos por falta de criterio, pero que hoy día se materializan con el beneplácito de las mayorías de nuestra sociedad.

Como decía Carlos Gaviria Díaz, 
abogado, profesor universitario, magistrado y político colombiano:

                    "el que paga para llegar, llega para robar.  Cuando un candidato invierte millones y millones en su campaña, no es un candidato, es un empresario que sólo pensará en sacar lucro y no en beneficiar a la gente".


Nos gustaría saber cómo le va hoy a la niña de Camboya que nada tiene que ver con nuestra venerada Angelina Jolie de la actualidad.


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viernes, 23 de noviembre de 2018

La estética de la luz


Imagen publicada por Vasco Costa,
obtenida de Luís Batista 
Estibador de Setúbal, Portugal




Ningún hombre debería alzar su mano con una bengala encendida para protestar, sinó para mostrar el camino y ayudar a otras personas con las que se encuentre en una condición de oscuridad.

Este lacerante gesto ocurre, a
 desgracia nuestra, porque la luz natural que colorea su realidad ha sido sofocada de una forma artificial, y por ello, demuestra su voluntad de ser visto para advertir que lucha por aquello que se le está usurpando, aquello que siempre ha consistido en algo inherente y consustancial a su vida normal.

La estética de la iluminación nativa se está apagando, cierto.  Los ingenieros del absurdo se dedican a romper todas las bombillas y a boicotear los circuitos del alumbrado de aquello que nos parecía más normal.  Por esa razón, lejos de pretender valorar nuestro progreso actual evolutivo hacia un final positivo, vislumbramos el desenlace como un comprometido desconcierto colosal.

No obstante, tal y como rezan los flamantes gurús de la ciencia del comportamieto humano, es imperativo mantener una fuerza positiva que nos ayude a mentalizar con energía a todos aquellos que inician su sendero por detrás.  Si deseamos un mundo mejor organizado, debemos buscar el impulso constructivista y abandonar la vía inverosímil del ególatra que conduce a los conflictos en el panorama actual. 

Así pues, tenemos la responsabilidad de actuar mejorando lo presente porque el caos no es el orden, sinó el desconcierto que nunca reflejará el sendero de una anhelada libertad.  Porque en el contexto humano y en el de la naturaleza, 
más vale poseer una red bien equilibrada, desentrelazada y firme, que una deshilachada y rota con la que ningún pescado podamos ya atrapar.

De esta manera, si tu intención es andar hacia un deseable y mejorado destino, permíteme que te direccione hacia esta vía de pugilismo y de contienda abierta hacia esta tosca fórmula de colérica existencia que te invito a utilizar.

El camino del futuro siempre está por delante, mas no dejes, nunca, de mirar atrás..




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viernes, 9 de noviembre de 2018

Banks & Chaos & Minimalism



Dante's Inferno - The Divine Comedy


".. Banks don’t need to do any real business anymore to make money.

They get to borrow practically unlimited funds nearly interest-free from the central banks, and then loan that same money right back to the federal government at a higher rate of interest.  They provide mortgages to home buyers,  then flip those mortgages to one of the federal government housing agencies essentially guaranteeing the bank a zero-risk profit.  They get to milk their customers with all sorts of unnecessary fees, paying interest on deposits in return.  They even get to steal from their customers through outright fraud - fraud which, despite all their compliance and scrutiny, conveniently fails to be detected by internal watchdogs.  And ultimately, when they screw it all up, they get to whine about how they’re too important to fail and demand a taxpayer-funded bailout.

With all of these guaranteed profits and safety nets, banks don’t actually have much incentive to do any real banking business anymore aside from multi-billion deals with big market companies"..

Some words have been omitted to improve understanding
Simon Black - The Sovereign Ma
n


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Today, the banking spirit has moved toward the pure benefit and away from the aim to help people moving forward.

In recent days, the 
Spanish Court resolutions are backing up the benefits opposing judgemental decisions that established Banks ruled to pay for governmental taxes on mortgages.  This fact only means Capital has begun to rise from the pit and now plays a visible role in mainstream society at all levels.  From now on, the figure of a person who speculates to earn cash will be in a clean frame of mind when taking that profit from someone else's gain.

The phrase: "today, I have to find someone to take cash from.." is about to turn into our logical survival kit. The concept "gaining" is about to change for "taking" therefore, stealing will systematically become accepted in society as something quite natural between us.  The taxman will have to strengthen techniques to catch those who drive themselves copying maneuvres from the economy engineers, and those who will not proceed regularly with the mandatory social contributions.  All advanced societies will soon produce a bankrupt. Soon we'll see a collapse in the politics, it's happening already. Then, a chaotic situation in the capital-driven communities will begin to be depicted everywhere pretty soon. 

This might sound a little sad in real terms but the direction all behavioral issues in rich countries are following at present times can only point toward a very critical scenario.

Let us think a little about "chaos" in social terms within a post-plennum economical momentum.  Having in mind the 1% of the whole planets' population are condensing 50% of the richness we all produce, would it not be wiser to not continue like this to then maintain the living in realities like those Mr. George Orwell, Aldous Huxley or Ray Bradbury depicted in their excellent works of literature become just that, works of writing? 

Chaos, like many others, is a word with multiple interpretations, although most of them can point toward an uncontrolled situation, in some cases, the fact may be taken as an attractive issue.  Though this time, we are coming back to its original real meaning: the community catastrophe. 

Confusion, disarray, mayhem, dirtiness, disorganization, untidiness, etc.., will apply and thus, new personalities will arise to take a certain control.  The brilliant but decadent scenography of George Miller will begin.  The Minimalist behavior will be imposed. No one will be capable of thinking with any complexity.  Physics, astronomy, philosophy, nature, maths, literature, arts, industry, commerce, etc.., all of which we feed on will cease to exist. 

Welcome to the beginning of the end of the social 
order.

Get ready..






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lunes, 11 de junio de 2018

Política y caos evolutivo








"Lo que ha sido creido por todos siempre y en todas partes, tiene todas las posibilidades de ser falso". Paul Valéry


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Es curioso que muchos nos quejemos constantemente de que España, país glorioso para vivir donde los haya, sea un pozo negro de corrupción y caradurismo, pero más bien pocos toman la determinación de hacer algo al respecto.  Algo que, por otra parte, bien podría ser aplicado a cualquier nación del continente europeo.

Cruzar la frontera no es la solución más adecuada a priori, aunque quizás sí lo sea para aquel que vive sin mirar atrás.  En ciertas ocasiones, uno se plantea si realmente deberíamos actuar con la diligencia que marcan las etiquetas de la moral, pues con el paso de los años y el deterioro de las relaciones sociales, ésta se convierte en un concepto que parece algo obtuso si analizamos cualquier situación política de la actualidad. 

Si expresas lo que piensas realmente en las redes sobre los mandatarios, hoy en día se te juzga y se te condena. Tampoco es sencillo crear un movimiento social que garantice la perseverancia hacia la mecánica ética y racional.  La labor de los grandes partidos políticos es prácticamente imposible sin una descomunal cantidad de capital, demasiados contactos directos y una influencia social refinadamente compactada.

Ante tanta desolación, avanzamos en el tiempo agotando nuestro presente desbordado con la negatividad que nos circunscribe.  La que nos llueve del cielo por sorpresa.  Intentar eludir tan pesada carga supone un enorme esfuerzo de consciencia que está convirtiendo nuestra realidad en una ciénaga de arenas movedizas que nos hunde en la desesperación e impide avanzar a paso firme hacia la felicidad que todos merecemos. 

Los seres mediocres somos esclavos de la voluntad de un puñado de desalmados.  A causa de nuestro sentido de responsabilidad individual, familiar y colectiva, ellos bien saben que nuestro afán natural por sobrevivir implica la despreocupación por ciertos temas que controlan el tejido de las sociedades.  Los que nacen en las cunas de las élites crecen en un entorno donde se les garantiza la capacidad de contagiarse con los argumentos disfrazados necesarios para suplantar cualquier referencia sobre la equidad o colaboracionismo.

Entendemos que el esfuerzo dignifica y que la dedicación ejemplifica, pero despreciamos las nociones que no buscan consecuencias con referencia evolutiva.  La mejora de las condiciones de vida de nuestros entornos tienden a ser desdibujadas con el pretexto de crear un panorama más propicio al individualismo y a la supravivencia.  Erramos en el camino de la cooperación y elegimos la vía del enriquecimiento exponencial o progresivo.

Falta tiempo para asimilar lo que nos enseñan nuestros sabios.  Faltan ganas de advertir que el planeta sufre con este descaminado empeño.  Es necesario seguir avanzando con nuevos propósitos que respeten la colaboración, la contribución, la asistencia, la ayuda, el auxilio, el apoyo al colectivo, el socorro individual, sufragio, subvención.., aunque debemos contemplar que la ejecución de estas racionales políticas de equidad suelen crear, todavía, demasiados individuos de carácter totalmente parasitario que se nutren del sistema y colaboran lo más mínimo. 







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lunes, 14 de mayo de 2018

Por un mundo erróneo y Sun Tzu





".. Mentir es querer engañar al otro, y a veces aún diciendo la verdad. Se puede decir lo falso sin  mentir, pero también se puede decir la verdad con la intención de engañar, es decir mintiendo.
Pero no se miente si se cree en lo que se dice, aún cuando sea falso..". 

Jacques Derrida (extracto de Conferencia dictada en Buenos Aires en 1995, enlace pdf ).



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Según describen los diccionarios de la lengua, mentir es decir o manifestar lo contrario de lo que se cree o piensa, induciendo al error, fingiendo, aparentando, etc..  Muchos filósofos han conjugado la aplicación de este concepto sobre sus sociedades mediante una analítica de la realidad 
a lo largo de la historia. Véase San Agustín, Platón, Nietzsche o el propio Derrida, arriba referenciado, por ejemplo.

La cuestión es que el desarrollo en la capacidad de "tergiversar la realidad" para la obtención de un beneficio, ya sea propio o colectivo, ha constituido un imperativo en la ciencia del comportamiento que bien podría estar basada en el actual sistema capitalista más tradicional.  Manipular creencias generalizadas es un concepto que ha formado parte de las prácticas más ancestrales de nuestra especie, y no sólo en el campo de la economía.  


Todos sabemos que no es necesario ser un destacado erudito para entender ciertos aspectos que se han descrito a lo largo de nuestra historia y que mantienen ese postulado, de beneficiar mediante la mentira, como el objetivo de alguna corriente de pensamiento determinada.  El catolicismo es un claro y cercano ejemplo de ello, pero también, a escasos metros de nuestras fronteras, el hinduismo, el budismo, islamismo, judaismo o protestantismo, por ejemplo, constituyen un patrón de las razones que nos conducen a la mentira o a la deformación de nuestra realidad por un fin justificado. 

La mejora o el beneficio en la cohesión de los esfuerzos de una determinada sociedad dieron lugar a unas fórmulas doctrinales que remarcaron, desde los inicios de su gestación, el establecimiento de unas ciertas reglas que supusieran un claro provecho colectivo.  Lo que nos quedaría por determinar es cuánta parte de esa voluntad colectivista forma parte de la ecuación de la falsedad negativa.  En otras palabras, nos interesaría poder establecer en qué punto una mentira piadosa se convierte en un burdo engaño para pasar de un beneficio generalizado para todos a uno enteramente particular e individual.

No obstante, debemos admitir que conducir cualquier vehículo hacia ese destino se plantea como ardua tarea, pues el sendero no está pavimentado con un firme adecuado y con una señalización acorde a la imprescindible seguridad.  Lo que sí resulta obvio y llano, es que el fraude es una construcción humana que obligatoriamente, hoy, debemos volver a calibrar.  ¿Quién sabe si "futuro" es ahora un término aplicable al espacio y no al tiempo?  Lo cierto es que podría concluir mintiendo y confirmar que la calumnia se ha convertido más en un "arte" que en una simple doctrina del mal. 

Podría ser que esta idea de evolución positiva haya errado su camino con el súper-desarrollo de la mentira como fuerza del bien, pues el resultado es indiscutiblemente oscuro en los tiempos actuales de políticas impostoras globales que sólo buscan el beneficio de un porcentaje particular. 

P
or tanto, ¿es posible que el hecho de iniciar el enfoque hacia un bien colectivo se haya pervertido en su cota máxima y el proceso sea revertido para que la sociedad manifieste una tendencia a volver hacia atrás?  Si es así, animamos a cualquier lector ávido de conocimiento a entrenar sus dotes de combate y tantear buen consejo y sabiduría en "El arte de la guerra" de Sun Tzu, donde la mentira constituye la estructura principal en el objetivo de someter al enemigo sin tener apenas que luchar.

Sólo de esta manera, preparándonos para lo que parece que se nos viene encima, estaremos a la altura y listos para defendernos de cualquier embaucador que se cruce en nuestro camino con intenciones de robarnos nuestro orgullo, nuestra honra o nuestro pundonor e 
integridad..

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martes, 1 de mayo de 2018

2018 y El caldero nacional




Dos mil dieciocho..

Nuevos tiempos para nuestra extrovertida cocina nacional.

Adrià, Berasategui, Ruscalleda, Muñoz, Arzak..

Ellos bien saben que el contenido de la marmita alimentaria no se encuentra aún del todo hervido, sigue a la fuerza cociendo lentamente.  Los hay quienes persisten en mantener su cocción con el pretexto de preparar aquel guiso que, finalmente, nos hará llorar a todos.

Ellos no ignoran que todavía queda suficiente agua en el puchero y que, a fuego muy lento, se debe evaporar sin levantar la tapa, sin precipitar líquido hervido sobre la encimera.

No obstante, el nuevo fogón que han implantado por la fuerza en la cocina es de ciento cincuenta y cinco intensas llamas que mantienen la combustión manteniendo el puchero al rojo vivo, ayudando al hipotético propósito que se pronostica con drenar el jugo hasta deshidratar por completo su contenido y generar un descolorido plato de aspecto insípido, casi insalubre y sin posibilidad, de alimentar a nadie que merezca sentarse a la mesa.

Desde los palcos del público que observa y opina sobre el proceso, los omnipotentes jueces sueltan el jugo de la grasa que han estado acumulando desde antaño. Ellos constituyen los recios otorgantes de una justicia un tanto especial al plato.  Muy de cerca, la mayoría de los políticos sazonan con esmero el guiso pero, por su carencia de substancia base, lo hacen con aportaciones desnaturalizadas de origen engañoso, con el solo fin de estar cerca de la cocina para beneficiarse y así, individualmente, poder prosperar sin demasiado ahínco y alcanzar un nivel nuevo y consistente donde podrán determinar nuevas tendencias culinarias sin tenerse que esforzar.

El periodista, desde los pasillos y tras las esquinas, aporta a la receta el miedo del chismoso, tergiversa cortando los ingredientes frescos con un romo cuchillo, des-texturizando cualquier posibilidad de enriquecer ese alimento de una forma natural.  Los economistas, abogados, banqueros, gestores y escribanos variados, urden angostos planes para proveer sus propias arcas de alimento en sobra y alargar, de esta forma, su prosperidad metiendo sus hediondas manos en este guiso singular.
Y, finalmente, el orgulloso chef reconocido intenta gobernar su cocina siempre recio y con esmero, aunque sin saberlo, ni preocuparse demasiado, entra en juego su ignorante pinche que estropea todos sus esfuerzos y arruina, sin poder ser evitado, todo el guisado nacional.

Los platos ya se están sirviendo a medida que el dramático fogón del desespero mantiene sobre-hirviendo nuestro alimento.  Entretanto, nosotros los comensales de la supervivencia, adaptamos nuestro paladar y nuestro organismo a esta alimentación nociva aportada por la nueva cocina gubernamental.  Al mismo tiempo, las nuevas generaciones van creciendo desprovistas del conocimiento sobre aquel placer que aportaba el mordisquear un buen tomate fresco, una buena ensalada o una manzana natural.

Ahora, aditivos manufacturados, reguladores de laboratorios de acero inoxidable y sazonantes  obtenidos por ingenieros del irracional, son vertidos en el guiso para poder decir que la comida es asequible para todos y que está servida ya.

¿Cuánto deberemos esforzarnos para volver a alimentar nuestra decayente existencia con un contenido sano y natural?

Ese tiempo que transcurra constituirá nuestra adaptación orgánica hacia una alimentación más plástica y desnaturalizada que recortará la longevidad de nuestras vidas y la calidad con la que apreciamos mutuamente a todos los demás..

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jueves, 18 de enero de 2018

La educación de la era capitalista






El sistema capitalista ha utilizado todos los mecanismos a su alcance para conseguir su finalidad educativa.

Su actuación a lo largo del tiempo se ha mantenido hasta conseguir manipular, desvirtuar y pervertir todos los referentes ideológicos y metodológicos y, así, dejarlos vacíos de significado y convertirlos en lenguajes huecos que encubren sus puros intereses económicos y de explotación de toda la clase trabajadora; incluso llegando a hacerles perder, en muchos casos, su propia conciencia de clase.

Los decanos de la nueva enseñanza, han ido desvirtuando el modelo de educación crítica, científica, creativa, basado en la colaboración y no en la competencia, por el que se luchó tanto como elemento liberador de las personas que permitiese su crecimiento y el auge social necesario. De hecho, se ha ido consiguiendo una educación acrítica, profundamente individualista, basada en la competencia y una utilización perversa de la evaluación como elemento diferenciador, de clasificación, que destruye cualquier concepto de equidad posible. Se trata de una educación donde el esfuerzo solo debe hacerse en función de la entrada a un mercado de trabajo cada vez más devaluado, pero donde se necesitan personas con una gran flexibilidad en un proceso imparable.

Han conseguido lo que deseaban: una sociedad que entiende la educación exclusivamente como un mecanismo para conseguir empleo, donde la formación debe privatizarse para que haya más criterios de selección, donde la formación permanente corra a cargo del trabajador para adaptarse a este mercado y donde se le culpabiliza si no consigue hacerse rentable y saber venderse en un mercado que ni siquiera existe actualmente.

Comentario editado de Inés de Nicolás Galache sobre el libro “Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal” - Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero



No encontramos, por tanto, ante la creación de una sociedad que muestra un alto nivel de indigencia intelectual y sobre todo, con la explosión en el uso de las redes sociales, de la gratuita creación de un alud de opinadores pseudo-profesionales.  Inclúyaseme en el lote..

Vivimos en la bancarrota ética y cívica de unos cuantos que parecen disfrutar de una "patente de corso" que les permite participar en los medios digitales con absoluta impunidad, independientemente de la pobreza de sus argumentos, de la insostenibilidad de sus consideraciones o la estulticia a la que se aferran sin ningún atisbo de modestia, con una vanidad exacerbada y una concluyente determinación por provocar desconsideración, desprecio y la displicencia para con los demás argumentos opuestos.

¿Cómo acabará todo esto?

El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será..


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