Joseph Schumpeter (1883-1950) y Werner Sombart (1863-1941)
La destrucción creativa en economía es un concepto ideado por el sociólogo alemán Werner Sombart y popularizado por el economista austriaco Joseph Schumpeter en su libro Capitalismo, socialismo y democracia (1942). Con él describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de mercado en el que los nuevos productos destruyen viejas empresas y modelos de negocio. Para Schumpeter, las innovaciones de los emprendedores son la fuerza que hay detrás de un crecimiento económico sostenido a largo plazo, pese a que puedan destruir en el camino el valor de compañías bien establecidas.
"El proceso de Destrucción Creadora", escribe Schumpeter con mayúsculas, "es el hecho esencial del capitalismo", siendo su protagonista central el emprendedor innovador.
fuente: wikipedia
Las primeras
sistematizaciones generales de las diversas investigaciones previas sobre el
ciclo económico se le deben a Wesley Mitchell, quien expuso magistralmente el
desarrollo cíclico, y a Schumpeter (1939) quien definió el "modelo
tricíclico".
La Gran Depresión obligó a
profundizar los estudios científicos sobre este tema, pero una vez terminada la
II Guerra Mundial, al producirse la expansión de un nuevo ciclo largo, se
descuidó el estudio del ciclo y se llegó a generalizar la creencia según la
cual era posible erradicar las crisis del crecimiento económico, incluso entre
economistas tan notables como Paul Samuelson. Fueron la excepción trabajos como
los de James Arthur Estey, Ernest Mandel, Jan Tinbergen y Stanislav Menshikov.
Las ilusiones dieron paso a
la realidad después de 1968 y especialmente tras la crisis internacional de
1973. Desde la perspectiva neoliberal de la "Nueva Economía Clásica",
Robert Lucas (1975) formulo un modelo del ciclo económico. Mandel y otros
economistas marxistas multiplicaron sus análisis sobre las crisis cíclicas.
Nuevos e importantes estudios sobre el ciclo económico han sido producidos
desde entonces y han ayudado a entender la crisis internacional de 2001 y la
reactivación de 2003 y nutren el debate sobre el futuro de la economía mundial.
fuente: urbanres
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Destruir para regenerar y hacer avanzar la economía hasta el infinito es un complejo proceso apoyado en las matemáticas que pretende colonizar el pensamiento evolutivo desde hace más de siete décadas. Algo que ahora todos perciben como un ejercicio de planteamiento inicial erróneo y de cristalización posterior catastrófica.
Doctos pensadores, que reúnen esfuerzos para elaborar los planos del futuro esquema global, manifiestan ahora dudas sobre si estos principios corroboran la exactitud futura que pretendían sus colegas de antaño:
"Nos habíamos reunido en el Downing College de Cambridge para debatir sobre la crisis económica, aunque la cotidiana desgracia de ese tema parecía estar a un millón de años de los melifluos patios y el aterciopelado entorno de este lugar.
Igualmente incongruentes eran los oradores. Victoria Bateman, economista de Cambridge, daba la impresión de que la grasa saturada no se le fundiría en la boca, pero bien que destrozó a sus colegas. Habían sido estúpidamente altaneros antes del “crac”: ¿recuerdan la jactancia del Premio Nobel Robert Lucas en 2003 según la cual "se ha resuelto el problema central de prevención de la depresión"? – y no habían aprendido ninguna lección desde entonces. Sin embargo, seguían haciendo de adivinos de presidentes y primeros ministros. Acabó diciendo: "Si quieren colgar a alguien por la crisis, cuélguenme a mí y a mis compadres economistas"..
fuente: sin permiso
Así, podemos observar con cierta claridad que, la humanidad ha mantenido la constante progresiva de crecimiento intelectual fundamentada en postulados favorables para tan solo una minoría que ha crecido sana, robusta, corpulenta y de una resistencia ética solo plausible desde el punto de vista individual. Hoy florecen los debates entre introspectivos magnates del conocimiento material que conducen a la endogamia y, en su desarrollo, al anti-asociacionismo más fundamentalista. El sentimiento de colectividad, en el campo de la economía, ha transitado claramente hacia un tosco emplazamiento que no se puede computar en las más aceptadas prescripciones de porvenir de nuestra raza.
Por esta razón, se gesta el cambio. Los que ahora atienden como alumnos en las más prestigiosas escuelas para aprender sobre la ciencia de las riquezas se preguntan absortos si hay o no una salida a tan enmarañada situación social. Nadie les puede contestar hoy de una forma totalmente coherente. No hay proyección de datos reales, ni valientes que se atrevan a dar sus pronósticos de futuro. Entretanto, las sociedades quiebran y la amenaza del descontrol popular y caos ciudadano aumenta (véase: Matt Damon en relación con la amenaza de la desobediencia civil).
Una sensación cercana a la que uno tiene mientras observa a una bella bailarina desarrollando la danza del vientre (raks baladi), quién, sin apenas moverse de sitio y engalanada con ropajes escuetos y brillante joyería, describe estados de ánimo mediante el sensual movimiento rítmico de diferentes partes de su escultural figura, especialmente con sus brazos y su desnuda cadera. Se trata de un baile sin un claro origen conocido por la falta de investigaciones al respecto (al igual que podemos derivar de las ciencias económicas), el cual alegra, asombra y seduce a algunos, mientras otros lo detestan, condenan y rechazan por principios ético-morales adquiridos mediante la evolución de su determinada cultura..
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¿Deberemos desobedecer y gozar del placer de experimentarlo? o por el contrario ¿dejar que los aturdidos expertos reúnan la valentía necesaria para darle fin a una situación insostenible en la que ellos mismos nos han metido?
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