"..Aprovechó su poder como presidente del Fútbol Club Barcelona para intentar el abusivo proyecto del Barça 2000, ampliamente contestado y, de momento, neutralizado. Ha continuado hasta hoy construyendo dentro de los límites del Parc de Collserola; derribando gran parte de La Rotonda, a pesar de la lucha de la plataforma Salvem La Rotonda; intentando construir viviendas de lujo en el Parc de la Oreneta; y consiguiendo recuperar una licencia caducada para hacer un hotel de siete plantas en el solar del Rec Comtal, donde debían ir viviendas protegidas.
Posee edificios patrimoniales infrautilizados en el centro de Barcelona, a la espera del nuevo pelotazo. Ha sido, por lo tanto, el máximo representante de los que, con su poder y artimañas, se han lucrado descaradamente con la especulación; los que se han creído uncidos del privilegio para tomar Barcelona, o Cataluña, como sus feudos, utilizado todo tipo de estratagemas para salirse con la suya. Y los sobornos a inspectores para no pagar impuestos eran una parte del engranaje especulativo.
¿Puede ser que este encarcelamiento, aunque dure un breve tiempo, sea un indicio de que se está llegando al fin de un largo ciclo de pervivencia del franquismo? Es cierto que aún sufrimos los efectos del régimen: en la manera de gobernar del Partido Popular y en el actual anticatalanismo, tan similar a los argumentos mezquinos de la unidad indisoluble que inculcó la dictadura militar. Un tema pendiente es el capítulo de la corrupción que ha aflorado debajo de las arenas putrefactas de lo que se denominó el oasis catalán (Millet, Montull, los Pujol y muchos otros) y que debería pasar por una auditoría global."..
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Lejos de pretender hacer proliferar la generalizada inopia fundamental en la que nos intentan circunscribir, ensalzamos este artículo de un excelente y docto pensador de nuestros tiempos, Josep Maria Montaner, con la exclusiva finalidad de manifestar, de una forma quizás ya un tanto redundante, el apoyo a una línea de pensamiento que se viene manifestando con una insistencia consumada desde su inicio en este humilde espacio virtual. Reiterando, de un modo que quizá roza lo obsesivo, la expresa voluntad de hacer hincapié sobre las torturas ideológicas que nuestro panorama social actual ha sufrido y continúa experimentando desde hace demasiado tiempo sobre el desarrollo cognitivo de su gran masa social.
Uno crece en el deseo de advertir que la estupidez colectiva debe ser menguante y no creciente para evolucionar con algún sentido dentro de la más concreta y necesaria coherencia. Las dimensiones que ha alcanzado nuestra obtusa sociedad dentro de los parámetros que definen la idiotez, merman considerablemente con el esfuerzo diario de todos los que mantenemos una demostrada preocupación por sacar adelante esa brizna de aptitud positiva y de arraigo comunal.
La democracia concurrente está aflorando despacio y ordenadamente en la mente definida de nuestro colectivo más generalizado. Surgiendo como la única forma de salir del paso para desarrollar una capacidad de practicar la requerida mirada hacia el futuro de una forma más prometedora que la practicada en las décadas pasadas, cuando se predicaba la ordenación de España y se practicaba la saqueadora y cruel autarquía. Lejos quedan ya las ambiciones individuales que mantienen el curso de un aplastante desarrollo particular en las variadas escuelas del pensamiento político, las que determinaron a la democracia como una hipérbole de la realidad certera al servicio de nuevos retos individuales de hipocresía.
Hoy, aquellos individuos agraciados (o no) por la naturaleza con coeficientes intelectuales superlativos proliferan desde dentro de la variedad de capas sociales y prometen, de forma contenida pero audible por todos, su exigente discurso como una forma alternativa de vivir hacia parámetros con un cáliz más permanente y enriquecedor, incluyendo a todo el entorno que les rodea sin apreciar ninguna distinción.
Hoy, aquellos individuos agraciados (o no) por la naturaleza con coeficientes intelectuales superlativos proliferan desde dentro de la variedad de capas sociales y prometen, de forma contenida pero audible por todos, su exigente discurso como una forma alternativa de vivir hacia parámetros con un cáliz más permanente y enriquecedor, incluyendo a todo el entorno que les rodea sin apreciar ninguna distinción.
Poco se intenta proclamar ya, por consiguiente estimado Doctor Montaner, la ineficacia manifiesta del individualismo y la absurdidad del talante neoliberalista como el único elemento pragmático y veraz para hacer evolucionar una sociedad, la que despacio por sí sola, permuta sólidamente el deleznable despilfarro individualizado por una necesaria y contenida sostenibilidad colectiva, intercambiando la oscuridad de la estupidez individual por el resplandor deslumbrante de un sentido común más certero, más colectivo y con más garantías de una evolución social constructivista y racional.
Los amantes del caos están agotando lo poco que les queda ya de serotonina en su sistema, ahora toca ser conscientes de que así no vamos a ningún lugar con garantías de vida..
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