Rafael Reig:
"Hablar de la crisis debería estar prohibido. No por aburrimiento (que
también), sino sobre todo porque se trata de un engañabobos. ¿Crisis?
¿Qué crisis? Esto no es una crisis: es el capitalismo. ¡Es la economía
(capitalista), estúpido! Hablar de la crisis es quedarse embobado
mirando el dedo, en lugar de mirar hacia donde señala.
Los niños sangran por la nariz o tienen anginas, igual que el
capitalismo necesita crisis a intervalos regulares para dar el estirón.
Se llama al practicante para que les ponga una inyección en el pompis
financiero y arreglado, crecen unos cuantos centímetros. Las crisis son
indispensables, ¿cómo si no iba a aumentar cada año el beneficio de las
empresas y la desigualdad social?
Cualquier pediatra monetario nos dirá lo mismo, que las crisis son
imprescindibles para defender la salud y asegurar el crecimiento del
beneficio.
En primer lugar, crean casi tantas oportunidades de negocio como una
buena guerra. Que se lo pregunten a esos “inversores” a los que por lo
visto sólo “tranquilizan” varios millones de parados y los viernes de la
santa tijera en la Moncloa.
En segundo lugar, en una crisis, mientras los ricos se hacen más
ricos, la mayoría le ve las orejas al lobo. Sólo el miedo (o la fuerza)
hace posible la explotación de tantos por tan pocos.
En mi opinión, esta crisis pretende intimidarnos para lograr lo que tal vez no estaríamos dispuestos a admitir sin amenazas.
Por una parte, el desmantelamiento de los derechos básicos (laborales,
sobre todo, pero no sólo) y del sector público (enseñanza, sanidad,
bibliotecas, etc.). Por otra parte, la proclamación por la vía de hecho
de lo que con tanto énfasis han negado los políticos: que en Europa
también hay clases. Había que esforzarse para contener la risa cuando
Felipe Gonzalez hablaba de “la Europa de los ciudadanos” o cuando
rechazaba muy digno que hubiera una “Europa de dos velocidades”. Bien,
pues esta crisis servirá de coscorrón para despertarnos de dos sueños en
los que como niños dormíamos: el del Estado del bienestar y el de esa
Unión Europea de prosperidad común.
Ahora, tras el sarampión infantil, tendremos que admitir como adultos
que aquello de la sanidad universal y gratuita, la escuela pública o
los derechos de los trabajadores no iba en serio: eran golosinas
mientras llegaba la hora de tragarse las lentejas. Asimismo, habrá que
aceptar que, en el banquete europeo, alguien tiene que fregar los
platos, y que somos los PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain) a quienes
nos toca: comeremos en la cocina y sólo lo que sobre cuando hayan
terminado los señores.
Una crisis siempre es además una herramienta didáctica: sirve para poner a los de abajo en su sitio.
Por último, una crisis es una hoja de parra con la que los de arriba
se cubren las vergüenzas: ha sido la crisis, ellos no han hecho nada,
faltaría más. Pero ahora nos toca a todos los demás arrimar el hombro y
apretarnos el cinturón, para que, gracias a la crisis, se puedan
socializar las pérdidas privadas (nacionalizar Bankia, por ejemplo) y
reducir la inversión pública para aumentar el beneficio de los bancos y
las empresas.
En resumen, salta a la vista que la crisis es tan saludable, tan
oportuna y tan beneficiosa que, si no existiera, habría que inventarla.
Bueno, en realidad creo que la han inventado, es decir, que la han
provocado. Los mismos que se encargan al parecer de luchar contra ella:
bomberos pirómanos y ministros que eran capitostes de Lehman Brothers".
-------------------------------------------------------------
Estimado Sr. Reig,
no cabe duda que los argumentos que expone en su artículo merecen toda mi atención y un reconocimiento de veracidad absoluto. No obstante, aludir al cuerpo de bomberos como pirómanos e introducirlos en la misma descriptiva que los capitostes me parece un tanto descuidado. No hay relación posible, ni lingüística.
Entiendo que la "crisis" la han llamado globalmente así, y no recesión, por ejemplo, por que cumple un propósito fundamental para el avance de las sociedades Europea y Norteamericana.
Durante los últimos dos decenios, ambas sociedades han conseguido aposentar a una gran parte de sus individuos en nivel de bienestar que no reflejaba en absoluto el nivel de esfuerzo que realizaban. Últimamente, uno llegaba a vivir bien sin mucho sacrificio ni empeño.
Los pertenecientes a la nombrada "generación perdida"(aquellos nacidos en los años ochenta) han tenido el acceso al más alto nivel de educación y opciones para desarrollarse en un mundo laboral especializado. Prácticamente la misma historia que la generación de los setenta pero, esta, en menor número.
Esto es un hecho que ha llevado a las generaciones anteriores, ante la facilidad de aceso a la información que los nuevos profesionales tenían suponía un inminente peligro para su bienestar, a marcar unas ciertas pautas para su propia protección y blindaje a niveles desmesurados. Es la ley del más fuerte.
Así, tenemos médicos, economistas, arquitectos, abogados, periodistas, ingenieros, etc.., de la generación de los años cincuenta y sesenta que en la actualidad disfrutan de patrimonios y cuentas bancarias a niveles exhorbitados (si han tenido criterio ahorrador o inversor, obviamente), pero sin planes de futuro, pues ellos los han erradicado. Ahora son ellos los que se alarman por sus familias pues han advertido el exterminio de recursos o la inhabilitación del sistema capitalista.
Ellos han agotado todos los recursos habidos en un tiempo donde la facilidad de trabajo y medios venía dada por la ficción financiera provocada por los gobiernos y bancos que hospedaban en sus tronos a individuos de esta clase.
Ellos, los llamaré familiarmente los "agonias", han creado y explotado recursos de nuestro planeta para su propio disfrute y en detrimento de las generaciones futuras.
Yo soy del año en que John Lenon devolvió su medalla de Miembro del Imperio Británico como protesta por el apoyo del gobierno británico a la guerra de Vietnam. Crecí intelectualmente catapultado con los inicios de internet y la informática para el desarrollo de mis capacidades en la arquitectura. Lo hice tarde, a los ventidós años entraba en la universidad de Greenwich. No obstante, también aprendí lo que es limpiar constantemente un tiralíneas atascado, rascar un papel vegetal con gillette, etc... Años después, durante mi adaptación al mundo laboral justo en el cambio de milenio, cualquier mocoso con un par de años de manejo de Autocad, me extrapolaba a los lindes con el destierro laboral pues sus capacidades mecánicas resultaban menos costosas para mi empleador y por ello me invitaron, en una sola ocasión he de decir, a revisar mis honorarios. Obviamente, el oneroso "agonías" regente del despacho en cuestión, estaba forzado a optar sólo por la opción más tangible a corto plazo pues su campo de visión era tan reducido como la capacidad de enfocar delante de sus narices. Aunque sólo miraba por sus propios intereses. Aquello me desmotivó tanto que dejé de creer en los despachos ajenos.
Ahí está el verdadero problema.
Así, los perteneciente a las generaciones de los cuarenta, cincuenta y sesenta, que atendieron en su momento a la llamada intelectual, sabios y no tan sabios, nos han arruinado el futuro a todos. Han sesgado la progresión de un sistema económico que, llevado con la cautela necesaria y sin egocentrismos, nos hubiera funcionado bien a todos hasta que el satélite oportuno nos mandase a la nueva dimensión estelar.., por decir algo.
Ahora debemos inventar, mientras estamos entretenidos analizando el por qué de la crisis, otros elaboran planes sostenibles cargados de ética para poder emancipar a las generaciones venideras con solvencia.
Ahora nos toca reparar el daño causado a cualquier precio.
Saludos y gracias por sus lecciones.
un enlace de un artículo relacionado:
ResponderEliminarhttp://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/05/24/tu-te-lo-mereces-como-las-generaciones-mayores-han-maleducado-a-los-jovenes-98562/
interesante, sin duda, amigo anónimo
ResponderEliminargracias
Me ha parecido ver en este artículo un tono especulativo, una especie de teoría de la conspiración sobre la responsabilidad generacional, que parece querer excusar lo inexcusable. ¿Me equivoco?
ResponderEliminarUna de las bases principales de este sistema económico es el egoismo contenido en sus genes. Por tanto, difícilmente pretenderemos que sea “llevado con cautela y sin egocentrismos”. En cuanto a esa típica figura retórica que es la cultura del esfuerzo pienso yo que si vivimos en un mundo con mayor capacidad tecnológica que el de antaño (hasta aquí estaremos de acuerdo), ¿por qué no podemos aprovechar ese caudal para vivir mejor (todos)? Esto y muchas preguntas lanzadas al viento tienen una respuesta: el CAPITALISMO.
Entiendo tus palabras aunque no comparto significados.
ResponderEliminarPara un servidor ese egoísmo intrínseco del sistema puede ser regulado con el esfuerzo de la ética llevada al escenario y adorada por todos de forma racional y auténtica, como si de un dios se tratara.
Debemos corregir ese degradamiento de nuestras buenas capacidades evolutivas, emancipadas incorrectamente en la forma primordial de la avaricia, a mejor con el condensamiento de valores requeridos para consolidar futuro. La ética más sincera.
Gracias por tu comentario.