Al iniciarse la crisis hubo bastantes personas de buena voluntad,
críticas del sistema capitalista, que pensaron que la crisis podría
suponer un cambio importante en éste y que permitiría, por lo menos,
establecer algunos controles y regulaciones que contribuirían a paliar
parcialmente algunos de los mayores desastres que el periodo del
capitalismo neoliberal estaba causando desde los setenta. Era una
esperanza muy ingenua y los hechos están demostrado que, por el
contrario, el gran capital, tanto financiero como industrial, está
aprovechando la crisis para realizar una muy profunda reestructuración
del capitalismo en favor de sus intereses, que esta suponiendo un
gravísimo deterioro en las condiciones de vida y trabajo de las clases
populares, así como en sus derechos sociales, políticos y aún en los
derechos humanos fundamentales.
Las transformaciones que la crisis está facilitando en todo el mundo
rico, —el ámbito de la ‘economía occidental’, el que hasta hace poco se
consideraba dominador del mundo y que ahora ve peligrar su hegemonía
frente al crecimiento de otros grandes países—, permiten a los grandes
capitales no sólo recuperar sino incluso aumentar su tasa de beneficio
así como luchar por sostener su hegemonía mundial. Para ello, frente a
las crecientes contradicciones de un capitalismo senil (Samir Amin) se
ha dispuesto a asestar un golpe durísimo a las clases populares, con
quienes no tiene más remedio que compartir la riqueza que se produce. Al
mismo tiempo, más en unos países que en otros, pero en general en todo
el mundo desarrollado, las poblaciones están aguantando pasivamente este
ataque: unos grupos no sienten todavía con suficiente fuerza su impacto
negativo como para rebelarse, otros están anestesiados con las migajas
que les llegan de un consumo acrecentado en comparación con sus
situaciones anteriores y no quieren hacer nada que pueda ponerlo en
peligro, otros, por fin, se debaten en la impotencia y la desesperación;
actitudes todas que facilitan la consecución de los objetivos del
capital.
Los acontecimientos del 15-M que han
dado lugar al movimiento de los indignados en España, así como las
potentes luchas que se están librando en Grecia contra los programas de
ajuste apuntan a que quizá este periodo está llegando a su fin y las
poblaciones se aprestan a reaccionar. No obstante, aunque animan a
quienes creemos en la resistencia y la lucha son todavía demasiado
incipientes para considerar que se ha dado un cambio significativo.
Hasta ahora la evolución de la crisis está llevando a una gran
reestructuración del capitalismo global, que adquiere características
específicas en los países ricos y cuyas repercusiones en los países de
segundo o tercer nivel dentro de éstos —los denominados PIGS o PIIGS
(Portugal, Irlanda, Grecia y España o los mismos más Italia en la
segunda versión) y los países del Este de Europa— está arrasando con las
condiciones de vida y trabajo y los derechos civiles de sus
poblaciones. Nos proponemos revisar esta reestructuración en el caso de
España.
No es posible en un trabajo de esta naturaleza tratar todos los
aspectos empíricos concretos. Además, bastantes de ellos han sido ya
estudiados mediante los Informes 6 y 7, de modo que en este Informe
seleccionamos algunos aspectos sobre los que puede tener interés
comentar en esta coyuntura.
Entre los principales encontramos los siguientes:
Las relaciones capital-estado. El Estado ha sido siempre un
instrumento de clase, sin duda alguna, pero la articulación concreta de
ambos elementos cambia según las circunstancias históricas de cada
momento. Es sabido que el papel del estado ha ido cambiando desde el fin
de la segunda guerra mundial y de nuevo, en dirección opuesta con la
crisis de los setenta. Y, se observa que la crisis actual está
permitiendo al capital global intensificar todavía más el proceso
iniciado en los setenta-ochenta. Pero no sólo esto, sino que le está
permitiendo reestructurar profundamente todo el sistema capitalista
mundial que cada día se encuentra con mayores contradicciones internas.
Con lo cual no le queda más remedio que acrecentar la explotación en el
sistema. Y esto es lo que está intentando como ‘salida de la crisis’.
Iniciar una nueva etapa en el que se refuerce con intensidad el dominio
del capital. Para ello, entre otras cosas, va remodelar el papel de los
Estados.
Sobre esto nos proponemos comentar en el primer artículo de este
Informe: De la cambiante simbiosis entre el capital y el estado. Cada
vez más bajo el dominio del primero, bajo una grave situación económica,
y las consecuencias de una actuación exclusivamente según los intereses
del capital.
Trataremos también de la crisis de la deuda. Qué significa y cómo se
está aprovechando la crisis de la deuda para reforzar fuertemente el
dominio del capital en el caso específico del estado español y las
consecuencias que esto tiene para los trabajadores y las clases
populares.
Nos referiremos también a las privatizaciones. Dentro de la dinámica
del capital hemos pensado que merece la pena detenernos en como se está
ampliando y profundizando el proceso de privatizaciones. Quedan ya muy
pocas empresas públicas para privatizar, pero ya desde los noventa,
estamos asistiendo a la privatización de los derechos sociales
—empezando por una forma muy hábil de privatizar la educación, siguiendo
con el intento de que una gran parte de la población adquiera pensiones
privadas y aumentando cada vez más el pago privado de la sanidad. En la
etapa actual este intento privatizador se esta intensificando y
acelerando —pensiones, sanidad, el Inem, hasta los cementerios
municipales. Ya no se trata solo de privatizar sino que el objetivo es
desmantelar el estado del bienestar que integraba la mayoría de derechos
sociales. Lo que se está haciendo abierta y descaradamente. Tanto los
capitalistas, como las autoridades insisten en que no hay dinero para el
mismo y hay que ‘adelgazarlo’, justificándolo con ‘la crisis’ y sin
ningún matiz ni preocupación por las consecuencias que ello está
teniendo en el bienestar de la población.
Finalmente presentamos un apartado bajo la denominación de la
economía furtiva. Existen otras parcelas en la economía y la sociedad en
las que el capital, global e interno, está avanzando enérgicamente en
su dominio. Son elementos de importancia cuantitativa muy diversa, como
se verá en su desarrollo más detallado, pero que todas ellas presentan
una característica común, consistente en que son elementos que no se
consideran parte habitual, estadística y en su mayoría legal, de la
actividad económica. Aparecen, incluso a menudo, en las noticias, pero
siempre como piezas esporádicas, excepcionales y patológicas de la
sociedad y la economía regular. Son elementos ocultos, invisibles, en la
consideración general del proceso de acumulación. Sin embargo,
independientemente de las grandes diferencias que presentan en su
importancia cuantitativa, todos ellos son elementos cualitativamente
semejantes que muestran como el capital va absorbiendo, controlando,
mercantilizando todas las facetas de la vida, colectiva e individual.
Tras una introducción teórica previa, pretendemos mostrar, siquiera
brevemente y a pesar de las dificultades que la información sobre los
mismos presenta, que estos aspectos invisibles de la economía furtiva
son, cada vez más, parte integrante y significativa del proceso de
acumulación.
Con todos estos elementos quisiéramos mostrar, aunque sea de forma
breve, las vías que está utilizando el capital en este momento de la
historia para obtener un mayor dominio de toda la sociedad. Por supuesto
con un objetivo primordial, que es que este conocimiento nos permita
luchar más y mejor contra esta sociedad irracional, absurda y, sobre
todo, injusta que supone el capitalismo del siglo XXI. Es a lo que
quisiéramos que contribuyera este trabajo.
Enlace de interés: La relación del capital y el estado (pdf de 62 págs.)
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Sin duda un trabajo responsable, auténtico y merecedor de mis más sinceros aplausos.
Muchas gracias.
No soy de números, no tengo conocimientos de economía furtiva y carezco de sensibilidad para con los temas de la compleja analítica matemática de sistemas económicos ni políticos.
Pero una cosa tengo bien clara, y además vengo observándola desde que salté del virtuosismo de la arquitectura al realismo de la logística: no se puede concentrar tanta riqueza sobre tan solo unos pocos individuos, por listos que se crean, sin duda acaban haciendo el mal.
Hoy paseando por un parque no pude evitar oir la conversación de otros dos padres que, atuendados con ropa deportiva, hablaban de los escándalos financieros de los señores de la banca y los políticos en España, y cómo la ley no hacía nada al respecto. Hablaban de los actuales destapes de uno y de otro (Rodrigo Rato, Narcís Serra, Jordi Pujol, etc..), como el que habla de Messi y Ronaldo. "Esta gente son unos sinvergüenzas, súper-inteligentes y con un nivel de ambición que sobrepasa los estatutos de cualquier sistema político, laboral y ético.." Decía uno al otro en tono indignado.
Día tras día el sistema, que con un fino hilo de seda nos envuelve, enmaraña y consolida a todos los que integramos la sociedad, se siente menos íntergro y más deshilachado que nunca. No se habla de nada más que del descaro de algunos mientras se van llenando los bolsillos con el dinero que nos roban a todos nosotros mientras acercamos nuestras vidas a la pobreza pero nadie hace nada. Ni si quiera los activistas profesionales. Se están acallando, ya no se escuchan sus voces cansadas.
No hacemos nada publicando sus nombres en uno y otro noticiario. Tan solo generar rábia y desconcierto. Debemos buscar la alternativa pues el cuento de David y Goliath sigue persistiendo como dogma. Quizás es así como debe suceder, el inteligente que derriba al palurdo gigante con su arma sofisticada y, además, de un solo golpe..
Pero son tiempos de cambio y Goliath está hasta los huevos de tanta pedrada.. (please, excuse my french..)
Hay que ir a por ellos de verdad. Sus tentáculos se extienden por todas partes por lo que constituyen presas relativamente fáciles de atacar para cortar la succión a la que nos están sometiendo.
Hay que actuar como pirañas ante el gigante pulpo. Todos al mismo tiempo, con una voracidad desmesurada y atacando por todos los frentes, sin tregua alguna.
Hay que actuar como pirañas ante el gigante pulpo. Todos al mismo tiempo, con una voracidad desmesurada y atacando por todos los frentes, sin tregua alguna.
Tracemos un plan., ¿¡no..!?
Cojonudo.
ResponderEliminarY la foto de la película lo dice todo.
Aquí un antiguo lector de Samir Amin, su desconexión o su capitalismo senil.
Un abrazo y que te arquitecturen como más te guste...
zenondepelea
Amigo Zenon,
ResponderEliminarbuen sendero me has abierto con Amin, estás arquitecturándome con mucho gusto.
Tomo nota..
Muchas gracias
Un abrazo