"Existe una “ciudad de la Navidad” en la que su gente en
lugar de recibir regalos durante la tan esperada festividad se dedica a
producir las decoraciones que acabarán vistiendo los hogares y tiendas de medio
mundo. Se trata de la ciudad china de Yiwu, dónde no hay nieve, no
hay elfos, ni tampoco Papás Noel, pero en ella se encuentran 600 fábricas (en
2001 eran solo 10) que producen el 60% de todas las decoraciones navideñas del
mundo.
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La ciudad de Yiwu, con poco más de 1,2 millones de
habitantes y a unos 100 km de la ciudad de Hangzhou y a unos 300 km de la
ciudad de Shanghai, está situada en el corazón de la provincia de Zhejiang, la
provincia más rica de China. Localizada en una región montañosa habitada
originalmente por agricultores, ya en el siglo XVI vio en el comercio la
única vía para dejar atrás una agricultura ranqueteante y tierras asoladas por
la pobreza."..
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"Desde que a finales de los años setenta, China se marcó como
principal prioridad el desarrollo económico, han sido muchas las voces que han
alertado sobre la falta de valores de la sociedad china. Si el Maoísmo acabó en
gran medida con las creencias religiosas, Deng Xiaoping y su apertura económica
han puesto fin a los valores comunistas de justicia e igualdad. Como comentaba el profesor Yang, que lleva
enseñando en la Universidad de Pekín desde 1985;
“ahora no se cree en nada… en lo
único en lo que se cree es en el éxito”.
Un éxito que pasa irremediablemente por el dinero y que
suele olvidarse de otras consideraciones morales".
La idea del éxito económico les ha llegado mal y tarde. A imagen de Occidente, China se ha convertido hacia el neoliberalismo encomendada por la voluntad de un puñado de caciques que esclavizan a una ignorante población desprovista de la capacidad de una respuesta alternativa.
"30 minuts" de TV3 - en catalán
"Equipo de investigación" de Antena 3 - en castellano
Las conclusiones de sus prácticas laborales son obvias y pueden confundir los criterios que nuestras civilizaciones mantienen sobre la ética y la moral en el desarrollo personal del individuo dentro de su escogido entorno social.
La pregunta es: ¿durante cuánto tiempo más van a ser permitidas estas prácticas esclavistas dentro de nuestras propias sociedades occidentales?
Si evitamos la respuesta para que se prolongue la actual situación quizá se pongan en peligro nuestras propias leyes morales por la posibilidad de que nuestra sociedad, en un mal día parlamentario, encuentre algún interés en aplicar copias o derivaciones de las bases que estas tiránicas y despóticas doctrinas sociales imponen sobre sus propios individuos, quienes claramente viven desprovistos del más mínimo índice de una digna integridad personal.
No cabrá duda alguna, así lo espero, de que este humilde servidor ya se está esforzando por dejar de consumir productos que mantengan vivo este aberrante y absurdo sistema vivo..
No cabrá duda alguna, así lo espero, de que este humilde servidor ya se está esforzando por dejar de consumir productos que mantengan vivo este aberrante y absurdo sistema vivo..
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