Extracto del artículo publicado en El País hoy 12 de marzo, escrito por Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto, traducción de Jesús Cuéllar Menezo.
.. "Mantenerse fiel a la ética no es desear que nuestra vida discurra lo
mejor posible, sino hacer lo que éticamente es mejor para cambiarla.
Después de todo, una vida de excelencia puede definirse como una
existencia vivida de otra manera. Si logramos esa vida, podremos decir
que es la mejor que se puede alcanzar. En consecuencia, una vida de
excelencia será la consistente en vivir éticamente lo mejor que podamos.
Será una vida ideal constituida por un completo abanico de actividades
humanas guiadas por la excelencia, no solo por la diversión. La
excelencia no radica en la repetición, sino en lo que está a nuestro
alcance realizar. No se logra fácilmente. En consecuencia, una vida
ideal mantiene una relación directa con nuestro compromiso con la
excelencia. Como dijo Séneca:
“la vida es como una representación
teatral: lo que importa no es la duración sino la excelencia del drama”.
Para quienes creen en la vida como excelencia, el ideal es la propia
vida. Afanarse por alcanzar la excelencia es un método seguro para alzar
nuestra vida por encima de la mediocridad. La excelencia es mejor
maestra que la mediocridad. Es una labor, no una premisa. Es el
resultado gradual de esforzarse siempre por hacer las cosas con nobleza y
ejemplaridad. En consecuencia, sería un error pensar en una vida de
excelencia que fuera un estado de perfección, ya que esta no es la única
alternativa a la mediocridad. La excelencia es una alternativa más
ética. Cuando vivimos en la excelencia, puede que no sepamos qué aspecto
ideal está presente en nuestra vida o en una vida ajena. Pero sin duda
sabremos que, si hay una vida ideal, se basará en vivir de la forma más
noble e ideal que podamos".
------------------------------------------------------------------------
Huir de la mediocridad para adentrarse en la excelencia, ese es (o debería ser) nuestro principal dogma individual.
Si convergemos nuestra realidad con la astronomía, haremos un ejercicio necesario para alcanzar un conocimiento absoluto y llegaremos a entender con más claridad las razones que nos impulsan a vivir pensando en hacernos con la felicidad. Demasiadas veces a lo largo de nuestras vidas pretendemos infiltrar entre nuestros evolucionados tejidos biológicos rasgos que pertenecen a órbitas inalcanzables por nuestra propia gravitación planetaria. Cosas que se publican y que quizá se nos demanda como grupo sin pertenecer a nuestra realidad individual, las que tienen relación con la existencia de otro individuo con distintas capacidades dentro de nuestra colectividad.
Entendemos, pues, que las directrices energéticas del cosmos marcan todas las trayectorias inalterables de transposición de la materia a través de unas supuestas, y todavía desconocidas con precisión, leyes fundamentales de la energía en el vacío. De este modo, nuestro planeta avanza describiendo un movimiento helicoidal por el espacio junto con el resto de los satélites del sol, determinando ciertos vectores de desplazamiento que mantienen unas constantes de irregresión a cualquier punto de partida. Estos vectores quedan atrás manteniendo una información que significa algo sólo en el presente, son los que fundamentan la magnificencia del instante vigente como único y absoluto. La imposibilidad física de colisionar con otro momento de valor físico aparente no está garantizada, además, múltiples agujeros negros demarcan túneles por los que trazar senderos en el cambio dimensional o, según se conviene, en la translocación espacial de un significativo alcance.
Mirar atrás es algo que forma parte del ejercicio de la mediocridad, pues se ha perdido el poder de cambiar el presente: si no estoy allí, sinó aquí en el ahora.., no puedo materializar cambio alguno del presente porque no puedo llegar allí de nuevo..
En cambio, mirar hacia adelante dentro del futuro, proporciona una ventaja si la visión combinada con la memoria del pasado aparece como una clara manifestación de elementos para el análisis. La experiencia sólo nos recuerda la directriz de los vectores de los momentos determinados de los cuales aprendemos. Sin embargo, si sumamos la velocidad de traslación del complejo de la galaxia, del giro helicoidal de cada órbita y de la propia rotación sobre los ejes de los polos, la translocación del individuo es tan acelerada, y de tantas posiciones en el espacio prácticamente instantáneas, que no podemos determinar con certeza nuestra exacta posición espacial, la fórmula científica es todavía demasiado compleja.
Por ello, obcecarse con el "proceso" para consequir el "objetivo" es un error, se puede leer pero no modificar. El "proceso" es el movimiento y el "objetivo" el cambiante presente. Por tanto, perseguir la excelencia como dogma de vida es el único un fundamento certero si queremos alcanzar la indescrita felicidad, pues ante la imposibilidad tácita de consolidar una posición presente en el espacio, junto con la incomprensión absoluta de lo que sucederá en un parámetro de tiempo, no tenemos nada que hacer, ningún ser vivo puede acaparar esa certeza por ahora.
Dicen que ciertas mentes privilegiadas conservan la capacidad de la regresión, o eso mantienen, aunque un servidor ve muy difícil que el camino recorrido sea desdibujado con la capacidad definitiva de la perfección del detalle, y si la tuvieran, entonces deberían salir a la palestra para mostrarnos como vamos a concebir todos una vida intensa y completa.
Mientras tanto.., nos seguiremos esforzando por hacerlo todo lo mejor que nos sea posible por que es lo que más nos conmueve como individuos y lo que más claro se nos presenta en esta existencia..
Entrevista a Nassim Haramein en Barcelona 2010: aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario