recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

miércoles, 25 de mayo de 2016

Peter Glidden y la medicina de la muerte






Peter Glidden, en una grabación del año 2011, afirma que en los EEUU los médicos matan a sus pacientes pretendiendo darles el tratamiento para curarles.

Nos advierte que el principio de esta estructuración fue iniciado por los poderes tácitos para obtener aun más beneficios económicos.

Las publicaciones que podemos encontrar en internet relacionadas con el Informe Flexner son múltiples.

Por ejemplo:

   "No obstante, por aquella época se contaban dos veces más practicantes de medicinas alternativas que de medicina ortodoxa (alopática) y se enseñaba la homeopatía, la fitoterapia (plantas medicinales) y las medicinas manipulativas de rehabilitación y masaje. La reforma médica las erradicó. Hizo que el número de escuelas pasara de 650 a 50 y el número de alumnos de 7.500 a 2.500.  La salud cayó en manos de la élite rica masculina. La medicina se transformó en un instrumento al servicio de las altas finanzas: las fundaciones Carnegie y Rockefeller habían financiado el informe Flexner y su aplicación.

El poder económico tomaba el control de la medicina.  Desde entonces la explota con los desastrosos resultados que conocemos. Sus artífices son los médicos, que disfrutan de privilegios como poder, dinero y prestigio. 

Entre 1910 y 1925, gracias a las reglas establecidas en el informe Flexner, la AMA (American Medical Association) y los AAMC (Association of American Medical Colleges) eliminaron la mayor parte de los asistentes médicos, principalmente mujeres y negros.  En nombre de la ciencia y de la calidad del ejercicio profesional, se exigió a los colegios médicos que adoptaran las recomendaciones del informe Flexner o sea el regimen de terror médico.  Las escuelas debían asumir el sesgo "científico" impuesto por el informe, financiado por la Fundación Rockefeler, so pena de desaparición"..
  
fuente

Otra fuente de interés



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Intentar razonar la contradicción de una frase que reza:

          "voy al médico a que me recete algo que acabará con el dolor y con mi vida", 

es, sin duda, un ejercicio interesante a desarrollar.  

Muchos argumentarán directamente que las palabras del Sr. Peter Glidden conjugan otra teoría conspiranoica, tan de moda en la actualidad. Aunque quizá sólo pretenda emancipar nuevas cuestiones desconocidas desde la concepción de la vida holística, en detrimento de la existencia mecanizada e impuesta por la evolución de nuestro racional tan descontextualmente individualizado.  Quizá se trate de otra manera de observar lo que realmente nos sucede.

Dicho ejercicio analítico podría convenir a priori que simplemente se trate de una absoluta aberración, un lapso de lo irracional dentro de nuestras vidas, pues si atendemos a la voluntad que cualquier individuo que se presta a concentrar su propia mente sobre una materia tan compleja como la medicina occidental, éste requiere de un tesón, una dedicación y un esfuerzo que sobrepasarían la voluntad de cualquier recompensa personal transformada en prestigio y dinero.  

Dicho esto, un servidor no puede dejar de pensar en otra frase, la que un gran amigo y doctor en cirugía general una vez pronunció, mientras la conversación existencial peinaba nuestros sentidos después de un generoso y complaciente homenaje a la digestión: 

          "..todo es mentira".

Desde este punto y una vez observadas las descaradas manifestaciones de la industria farmacéutica sobre las regulaciones de los compuestos registrados parcialmente, siendo comercializados puntualmente para, de esta manera, amasar ingentes fortunas de una forma irracional y utilizando la liturgia de las patentes; también, por otro lado, observadas las prácticas de eminentes casas familiares dedicadas a las sanaciones en el campo de la oftalmología, en concreto una casa de la amada Ciudad Condal, quienes acuden anualmente a países africanos para practicar nuevos métodos médicos sin el peligro de ser demandados por ningún jurisperito y no con el pretexto público de ayudar altruista y solidariamente a los más necesitados. Después de estas sencillas observaciones, uno puede llegar a considerar que las teorías como la del Sr. Glidden son algo totalmente plausible y, posiblemente veraces en el contexto de nuestros días.

Conjugar todos los ámbitos circunscritos en el mentado problema y desarrollar, a su vez, la solidez de un pensamiento racional que justifique algo sobre este particular tema, probablemente genere en uno la perplejidad más absoluta que, seguramente, sentiría si se le dijera al excelentísimo señor Robert Venturi que la historia escrita le considera el padre del Post-Modernismo en la arquitectura, movimiento del que él mismo se desvinculó públicamente en el año 2001, después de dedicar la mayor parte de su obra a la analítica entre la complejidad y la contradicción en el arte de construir.

La vida sigue y nosotros, entre tanto, aprendemos.  El contexto se hace más complejo y las consecuencias de todo lo que ocurre son cada vez más importantes.  Las cosas fluyen por sí mismas, a pesar de la contraria voluntad del que las creó gracias a las conjeturas que ejecutan los poderes, quienes manifiestan su sólido interés en transgredir voluntades y conceptos para llenar el saco de su ambición irracional.

Esto sólo se detendrá con el alzamiento de la razón que determina la ética por encima de lo absurdo.




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