Artículo del Sr. Juan Fernández en elperiódico.com de hoy:
¿A qué hora estallará la bomba? ¿Será sonada o todo quedará en fuegos
de artificio? ¿Traerá cola o mañana se habrá olvidado su onda
expansiva? Lo que nadie ponía en duda anoche a la entrada de la gala de
los premios Goya era que las chispas se iban a ver
saltar. Pese a quien le pese, la fiesta anual del cine español se ha
convertido en un sensor del nivel de combustión que se respira en el
país, aunque con tendencia al calentón. Y en esta edición, con el
ambiente recargado por los recortes, las invitaciones a la bronca de
unos y el ruego a la discreción de otros, no causaba sorpresa que en la
alfombra roja se dedicaran más minutos a hablar de asuntos como el IVA,
los sobres y la política que del glamur, los nervios o las quinielas de
última hora.
El espectro iba desde la laxante sugerencia de José Coronado
de que «hay otros momentos mejores que una gala para protestar» hasta
el libertario «que cada uno diga lo que quiera» que sugería Maribel Verdú. Pablo Bergés contenía la respiración augurando: «Seguro que pasa algo». Y Antonio de la Torre reivindicaba
el derecho a la protesta poniendo a la profesión en su sitio: «Los
actores no somos más rojos que los maestros o los autónomos, solo que a
nosotros nos ponen un micrófono delante. Nadie debería tener miedo a que
se expresen las ideas», proclamaba.
José Sacristán proponía
a su llegada que la noche evitara convertirse en una mascletá y que en
su lugar hubiera una única y contundente explosión. «Si todos suben a
contar lo mismo, al final el mensaje se va a desvirtuar. He hablado con González-Macho y lo que va a decir va a ser bastante claro», declaraba el actor.
No
andaba desorientado, pues el discurso del presidente de la Academia fue
directo y rotundo como pocos que se recuerden. Su retrato fisonómico
del celuloide nacional ¿«el cine no es de los de la ceja, ni de los del
bigote, ni de los de la barba, nos pertenece a todos»¿ resonó como un
estruendo en el auditorio. Tampoco se equivocaban quienes aventuraban
una noche de tiros, pues las esquirlas no dejaron de saltar desde que
Eva Hache abrió fuego felicitando al ministro Wert «por su próximo
cumpleaños, pero no por lo otro» y a continuación afeó a los príncipes
que no vayan a los Goya y sí al balonmano, «con el daño que ha hecho el
balonmano en esa familia». También tuvo para Amy Martin, «la que les
escribe los discursos al PSOE».
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Al Sr. Antonio de la Torre sólo decirle que no debería atribuirse tanto protagonismo pues ha sido ÉL quien se ha colocado delante del micrófono, NADIE no se lo ha plantado delante para compartir su exaltado carácter o su deshonrada simpatía..
A la propuesta del Sr. José Sacristán.., estimado Sr. José es precisamente una mascletá lo que deberiamos encender hoy mismo, en este preciso instante y de forma reiterada hasta que el humo no nos permita la visión de la realidad manipulada, hasta que marche y nos deje con la realidad que merecemos.
Son ustedes, los actores que cuentan con ese pedestal de privilegiados profesionales los que poséen el altavoz con el que denunciar públicamente lo que acontece con esta sociedad oprimida. Usted me perdonará pero su intento de orientación es manipulador, por su carácter ideológico y por intentar denominar a quien es el que va a decir lo que corresponde escuchar, ¿¡quién se cree usted que es para decidir quién ha de decir qué..!?
Mucho me temo que la "fama", un concepto inmerso en el carácter de su profesión, les otorga la capacidad de autoproclamarse en seres con una cierta notoriedad que interpretan en prestigio, trascendencia y magnitud de su propia persona.
Son ustedes, los actores que cuentan con ese pedestal de privilegiados profesionales los que poséen el altavoz con el que denunciar públicamente lo que acontece con esta sociedad oprimida. Usted me perdonará pero su intento de orientación es manipulador, por su carácter ideológico y por intentar denominar a quien es el que va a decir lo que corresponde escuchar, ¿¡quién se cree usted que es para decidir quién ha de decir qué..!?
Mucho me temo que la "fama", un concepto inmerso en el carácter de su profesión, les otorga la capacidad de autoproclamarse en seres con una cierta notoriedad que interpretan en prestigio, trascendencia y magnitud de su propia persona.
Cierto es que ustedes, las actrices y los actores de siempre, mantienen un esfuerzo desmesurado para formarse, mantenerse y después conseguir el papel acorde con sus aptitudes escenográficas, aunque, dicho empeño lo podrían dedicar, prácticamente la mitad de ustedes, a desarrolar cualquier otra aptitud en otras profesiones que mantengan un horario y una dedicación constante y exclusiva que, como todo hijo de vecino, fundamente el esfuerzo y la dedicación que le ponemos todos a la vida para tirar adelante en una sociedad.
Utilicemos el tiempo libre para soñar y para construir, no para destrozar, manipular y creernos el ombligo del mundo.
Hace ya mucho que el cine español no levanta cabeza, no nos deleita con una composición alternativa de una calidad consumible. Muy de vez en cuando salta una escasa chispa que se apaga con un vaso de mala interpretación inconsecuente. Entonces, los placeres que nos aporta el entretenimiento del arte escenográfico nacional, ocurren cada vez más esporádicamente si valoramos la inversión de nuestro dinero por la entrada al recinto además de las aportaciones en forma de subvenciones de cultura desde los fondos del estado (que somos todos.., los que pagamos impuestos) para sus proyectos enmarañadamente manipulados desde el principio hasta su fin.
La falta de calidad en su trabajo es la única razón de su mal vivir actual. Por favor, "a todos ustede que vociferan con mal criterio, principios equivocados y carecen de razón", no vociferen utilizando los micrófonos que pudieran utilizar otros pretendiendo conocer las respuestas a este masivo embrollo político, económico y social. Dediquen sus mentes entrenadas en la interpretación a lo que mejor desenvuelven, representar el papel de algún otro personaje que no sea el propio en su escasa dedicación profesional, si lo comparamos con la media horaria laboral empleada en el territorio nacional.
Todos tenemos lengua para chupar del bote.., pero últimamente sólo la utilizamos para degustar lo poco que aparece sobre nuestros platos por principios y por respeto a los que ni siquiera tienen ese privilegio que experimentar.
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