" ..«Yo antes creía en la Unión Europea», me comenta el tendero de una librería, «creía que era una unión de iguales, pero la crisis ha demostrado que en realidad es una jerarquía de países»..".
Àngel Ferrero, artículo completo: Lecciones irlandesas a la crisis española
Las políticas llevadas a cabo por unos y otros miembros de la comunidad europea han mantenido aproximaciones virtuales a un equilibrio económico sin tener en cuenta importantes factores como el crecimiento demográfico, los valores ponderados del salario medio, la incidencia de la inmigración intramuros y las estadísticas de las variadas industrias existentes y el turismo. Observemos las diferencias entre los integrantes de la unión europea, por ejemplo en el precio de la vivienda: en Francia valía 3.800€ por m2 en 2011, en Alemania sólo valía 1.300€ y en España 1.700€.
Los padres del proyecto de la unión europea han mantenido un rigor desafortunado para con sus descendientes, la sociedad que representan. El desenlace que resentimos con mucho pesar en la actualidad, con los niveles de pobreza aumentando a ritmos imparables en todas las naciones, han demostrado que no ha sido un buen ejercicio para la totalidad de las sociedades implicadas en este proyecto. Las diferencias en cada una de las comunidades de la unión, y en especial en su potencial productivo, han degenerado dicha integración magnificando aun más las diferencias existentes y constriñendo desmesuradamente las voluntades individuales de cada colectivo en el marco laboral y económico de cada país miembro de esta farsa. El fuerte crece y el débil se desmorona, aunque socialmente pierden todos.
Los padres del proyecto de la unión europea han mantenido un rigor desafortunado para con sus descendientes, la sociedad que representan. El desenlace que resentimos con mucho pesar en la actualidad, con los niveles de pobreza aumentando a ritmos imparables en todas las naciones, han demostrado que no ha sido un buen ejercicio para la totalidad de las sociedades implicadas en este proyecto. Las diferencias en cada una de las comunidades de la unión, y en especial en su potencial productivo, han degenerado dicha integración magnificando aun más las diferencias existentes y constriñendo desmesuradamente las voluntades individuales de cada colectivo en el marco laboral y económico de cada país miembro de esta farsa. El fuerte crece y el débil se desmorona, aunque socialmente pierden todos.
Por ello, se definen posturas políticas radicales, desde un punto de vista cualquiera, como por ejemplo el de este ciudadano catalán, Josep Perera, quien describe la despreciable existencia de dicha unión algo así como una máquina de prensar billetes para los gobernantes:
".. Hace años algunos flipados nos explicaban que no había que ser independentista, porque se fundaría la Europa de los pueblos y los estados ya no tenían razón de ser. Evidentemente era una trola. Europa sigue siendo un conjunto de Estados, sin moral y sin principios, que defienden únicamente sus intereses".
Prácticamente ya no quedan dudas sobre este hecho y compartimos su razonamiento por ser infranqueable. Por lo pronto, imaginamos que el horizonte político de Europa mejorará en lo concerniente a lo social y lo económico si la quiebra establece las fronteras en unos márgenes territoriales decrecientes. Pues, según observamos de lo que acontece en globalizaciones monstruosas e imparables como el New World Order, los únicos que sacan verdadero provecho son los que rigen su proceso constitutivo y su propia explotación, una forma de dominio totalitario de unos pocos desalmados sobre el complejo destino de la humanidad.
"Divide et impera", manteniendo el carácter de la expresión original incluso en este proceso inverso decreciente, podría ser el proceso valorado como el necesario, indiscutiblemente, ante una situación de emergencia económica, política y social.
No obstante, si queremos aire respirar, apliquémosnos en la resolución de los problemas siempre evitando las presiones del Fondo Monetario Internacional. Si no, observen lo acontecido en Islandia que a los cinco años de su ejemplar decisión constitucional, han caido de nuevo en el abismo del poder del capital.
Es la contra-conquista, la regresión a lo coherente y lo racional.
El Roto
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