".. una civilización fundada en una división del trabajo compleja que se extiende por una red de regiones metropolitanas conectadas entre sí y con ciudades de menor tamaño y áreas rurales, precisa de ciertos tipos de bienes y servicios que hagan las veces de conectores para mantener la sociedad y la economía en funcionamiento y cohesionadas.
A diferencia
de los bienes que se compran y venden en los mercados, estos bienes conectivos
o mediadores a menudo no son objeto de interés mercantil por parte de quienes
los utilizan o sacan algún tipo de provecho de los mismos.
Sin embargo, los teóricos
sociales y políticos influidos por los axiomas del pensamiento económico neoclásico
consideran que estos bienes deberían ofrecerse a través de mercados y que los
ciudadanos deberían pagar directamente por ellos como hacen en las demás
transacciones mercantiles.
Cuando estos axiomas pasan de la teoría a la práctica
sin que haya un compromiso social y político ni una presión ciudadana suficientes
en pro de provisión pública de estos bienes y servicios, entonces los
individuos aislados y las empresas tienden a actuar de forma oportunista
tratando de evitar pagar por los bienes y servicios conectivos que constituyen
el armazón de la sociedad moderna.
Un armazón básico del que a menudo no hay
una clara conciencia cotidiana.
Aun cuando no existan mercados privados estables
para la mayor parte de bienes y servicios conectivos, éstos hacen las veces de “intermediarios”
fundamentales para la existencia y mantenimiento de algo parecido a lo que consideramos
una civilización, una sociedad compleja habitable con una economía robusta."..
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Erich von Stroheim "Avaricia"
Observar la raiz de una problemática económica y social ámpliamente extendida por el planeta durante los últimos años, sin la viable posibilidad de truncar su avance con garantías aparentes de éxito, se ha convertido en un práctica intelectual reiterada en nuestros días. Todos se suman al ejercicio revolucionario y subversivo en contra de la irracionalidad del poder construyendo predicados por doquier.
No obstante, por mucho que se literaturice esa manifiesta irresponsabilidad mundial, las políticas surgidas del pensamiento evoltivo actual están experimentando una forzada regresión hacia los tiempos cuando las tramas familiares y sociales suponían el desarrollo personal en la sociedad. Estamos entrando en una clara etapa neofeudal.
Como nos apunta Hoexter:
"durante los últimos 40 años las políticas han idealizado el mercado y menospreciado el Estado, llegando en la actual coyuntura de crisis post-financiera a propugnar una austeridad que vacía de contenido el papel del Estado en la sociedad y la economía".
Como nos apunta Hoexter:
"durante los últimos 40 años las políticas han idealizado el mercado y menospreciado el Estado, llegando en la actual coyuntura de crisis post-financiera a propugnar una austeridad que vacía de contenido el papel del Estado en la sociedad y la economía".
En el contexto actual, el volumen de población que mengua en su calidad de vida debería repudiar el avance de dichas prácticas para constituir el principal motivo de lucha y así establecer un futuro con un balance equilibrado de bien común en las sociedades globales, pues el nivel de incidencia es sobre el noventa y nueve por ciento de todos nosotros.
Hoy sabemos cuánto vale la producción mundial derivada de la agricultura, de la ganadería, minería, combustibles fósiles, fábricas, comercio, turismo, cultura, etc.. Suponiendo un valor numérico determinado, la posibilidad de sobrepasar dicha cifra supone, todos lo sabemos, poner en peligro la estabilidad del sistema. No obstante, muy a pesar de los avisos reiterados de mentes ponderadas en el sector, el sistema crece sin gobernar la incoherencia, sobrevalorando activos en función de los niveles de la oferta y de la demanda del mercado.
Almacenar víveres como hacen ciertos animales en invierno para sobrevivir, no es malo. Pero acumular por mera codicia supone la traba más infranqueable en el desarrollo del supuesto sistema en el que vivimos, conectando sociedades mediante enlaces presuntamente congruentes. Sanear esa red es la forma de avanzar hacia el futuro, es tiempo de reparar la malla que conforma el tejido que cohesiona a toda la sociedad y manifiesta el sistema en el que todos subsistimos con la merecida solvencia individual, manteniendo a raya a las mentes incapaces de disolver la solidez de su propia usura.
Llevamos toda la vida escuchando el mismo mensaje aunque desistimos de practicar la coherencia cuando llegamos al poder. Las riquezas del mundo son para el disfrute de todos, nadie nace con más derechos que los demás, lo hemos recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Las fronteras son acotaciones artificiales territoriales para el control de la población y el uso y disfrute de los productos locales. Las guerras son absurdos mecanismos de dominio para pueblos desarraigados del orden, los que irrespetuosos con la idea de la ley para todos, fructiferan individualmente violentando y explotando a toda su población discriminadamente utilizando el caldo de cultivo de la desculturización progresiva. El comercio hoy se ha convertido en una forma de amasar codicia, ahora llamada sistema finaciero, la que incluye en sus prácticas la acumulación de bienes gananciales obtenidos de la malversación y control con el intercambio internacional de alimentos.
El mensaje de futuro debe regir nuestra voluntad hacia la comprensión y el respeto de nuestro entorno más inmediato; álguien dijo una vez, o dos, que el ser humano generalmente desarrolla toda su vida en un territorio circunscrito en un radio de cincuenta kilómetros con un centro próximo al lugar donde nació. Utilizar, preservar y mantener las riquezas que nos ofrece ese entorno y su extrarradio es, por tanto, nuestra motivación fundamental, siempre denostando con rigor la estúpida avaricia de acumular inútilmente.
La única vía válida para el avance intrafuturo de forma coherente es la de aceptar que nuestra forma de vivir alimenta una triple crisis: la medioambiental, la de alimentación y la socio-económica. Por esa razón, ya es hora de ir todos cambiando de hábitos y de costumbres de vida, como mínimo en el escenario global más desarrollado, como es la zona que manejan principalmente los hilos de Bilderberg..
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Almacenar víveres como hacen ciertos animales en invierno para sobrevivir, no es malo. Pero acumular por mera codicia supone la traba más infranqueable en el desarrollo del supuesto sistema en el que vivimos, conectando sociedades mediante enlaces presuntamente congruentes. Sanear esa red es la forma de avanzar hacia el futuro, es tiempo de reparar la malla que conforma el tejido que cohesiona a toda la sociedad y manifiesta el sistema en el que todos subsistimos con la merecida solvencia individual, manteniendo a raya a las mentes incapaces de disolver la solidez de su propia usura.
Llevamos toda la vida escuchando el mismo mensaje aunque desistimos de practicar la coherencia cuando llegamos al poder. Las riquezas del mundo son para el disfrute de todos, nadie nace con más derechos que los demás, lo hemos recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Las fronteras son acotaciones artificiales territoriales para el control de la población y el uso y disfrute de los productos locales. Las guerras son absurdos mecanismos de dominio para pueblos desarraigados del orden, los que irrespetuosos con la idea de la ley para todos, fructiferan individualmente violentando y explotando a toda su población discriminadamente utilizando el caldo de cultivo de la desculturización progresiva. El comercio hoy se ha convertido en una forma de amasar codicia, ahora llamada sistema finaciero, la que incluye en sus prácticas la acumulación de bienes gananciales obtenidos de la malversación y control con el intercambio internacional de alimentos.
El mensaje de futuro debe regir nuestra voluntad hacia la comprensión y el respeto de nuestro entorno más inmediato; álguien dijo una vez, o dos, que el ser humano generalmente desarrolla toda su vida en un territorio circunscrito en un radio de cincuenta kilómetros con un centro próximo al lugar donde nació. Utilizar, preservar y mantener las riquezas que nos ofrece ese entorno y su extrarradio es, por tanto, nuestra motivación fundamental, siempre denostando con rigor la estúpida avaricia de acumular inútilmente.
La única vía válida para el avance intrafuturo de forma coherente es la de aceptar que nuestra forma de vivir alimenta una triple crisis: la medioambiental, la de alimentación y la socio-económica. Por esa razón, ya es hora de ir todos cambiando de hábitos y de costumbres de vida, como mínimo en el escenario global más desarrollado, como es la zona que manejan principalmente los hilos de Bilderberg..
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