1. "Si usted dice que tiene derecho a decidir, yo le digo que yo también, al mismo nivel y con una sola diferencia: a mi esa legitimidad me la da la Constitución".
2. "Yo creo que no es posible la independencia. Y a más a más siento que no es deseable".
5. "Déjeme que le diga que la vía hacia la autodeterminación es inexistente".
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Artículo 14 de la Constitución Española:
Los españoles son iguales ante la ley,
sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,
opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Resulta gratamente interesante consultar, después de leer y escuchar de forma tan reiterada y rotunda durante los últimos meses, las escrituras del reino de España. Un texto solemne que define el marco de la legalidad sobre lo que debe suceder en un territorio cohesionado de más de cuarenta millones de personas.
La Constitución española, establece en el artículo antes citado que todos somos iguales ante la ley, y si iguales somos ante la Constitución, podremos todos opinar y, consecuentemente, decidir y determinar lo que se nos antoje si el texto se modifica para adaptarse a la inteligencia evolutiva de la comunidad.
Hace demasiado tiempo que la Constitución se utiliza como moneda de cambio para argumentar si uno puede cruzar un umbral u otro según convenga, salvaguardando sus propias intenciones bien sean honradas y enfocadas hacia un beneficio colectivo o bien sean para todo lo contrario. Mucho se ha escrito al respecto acerca de la integridad de sus textos y el carácter sagrado que le corresponde cuando interesa.
Pues bien, dado que todavía hoy sigue tratándose de un texto convenientemente rígido, salvo en momentos como por ejemplo en el 2011, cuando se añadieron al texto los principios de estabilidad presupuestaria que sancionaron gran parte de los recortes del Estado del bienestar, mantendremos la calma y solicitaremos que, dado a su constante referencia en el contexto de "la consulta" catalana, se mantengan sus sagradas acotaciones con una palpable y desinteresada honestidad e integridad común fehaciente.
No obstante, estimado lector, un libro siempre será un libro, represente lo que represente en un formato u otro siempre se puede modificar. Aunque esté escrito por el consenso de vetustos parlamentarios en un momento determinado, pudiéndose generar un futuro social cambiante, la necesidad de su revisión para adaptarse a los tiempos debe ser consolidada y relativamente objetiva y racional.
La lógica nos conduce al, cada vez más, venerado debate para hacer entender a un adversario tertuliano, al que a golpe de chequera nos sacamos de debajo de la manga como si se tratara de un As, que la voluntad de un pueblo así no se puede doblegar. Aunque nos refiramos a la cuarta parte de una pequeña población de España, la que históricamente ha sido más castigada de forma consentida por quienes se embriagan con el buen caldo de la independencia, fruto de un buen año de cosecha de las viñas de un cleptómano vinatero de carácter astuto y muy mordaz, sin sopesar ni contrastar sus palpables consecuencias a corto o largo plazo para una pequeña parte de esa sociedad global.
Indudablemente, todos seguimos manteniendo y manifestando alegatos fundamentados en propósitos absurdos y perecederos para mantener el rigor y la influencia de la estupidez colectiva que continúa infectando al conjunto de nuestra sociedad. No nos damos cuenta de que la nación ha madurado y ya ha dejado de jugar.
El alter-ciudadano ya ha nacido, estimado y admirado Señor Évole.. No hace falta que esmere tanto su brillante intelecto para compartir mesa con seres manipuladores como estos seniles y decrépitos estafadores para que convenzan al expectante boquiabierto de la dirección que debe tomar su pensar. Si lo que urde es el mecanismo para adquirir más audiencia, le aseguro que poca más encontrará, pues el resto del potencial público, el que pudiera descubrir ese importantísimo mensaje cifrado dentro del contexto su careo, jamás podría interpretar el contenido pues se encuentra sumido siempre en la labor de investigar cual de las ofertas televisivas actuales le supone una mejor inversión para el pasatiempo de su familia y para el suyo personal, y nos referimos a cuántos euros por canal televisivo el pobretón individuo mensualmente gastará.
Con todos mis respetos, a los tres caballeros de la mesa redonda, váyanse a freír espárragos y dejen ya de marear, abandonen de una vez el progresivo carácter que mantienen de intentar enmudecer al pueblo con la estupidez codificada más elemental.
Ya somos mayores.., por gracia o por desgracia, y somo hijos de la nueva era del Easyjet internacional.
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