Me envía un antiguo colega un correo electrónico en el que me inserta un
archivo con una carta dirigida a Rajoy de la que se asigna la autoría a
Arturo Pérez Reverte. Como ocurre que a través de la red se difunden a
menudo documentos apócrifos, quiero curarme en salud y, antes de
reproducirla, prevenir a quien la lea de que no puedo certificar su
autenticidad. Si la reproduzco aquí es porque, al margen de que alguno
de los datos que aporta puedan no ser del todo exactos (no estoy en
condiciones de verificarlo ahora), estimo que tiene razón el autor (sea o
no Pérez Reverte) en la crítica que hace de la falta de voluntad o de
coraje del gobierno de Rajoy para aplicar los recortes a los dispendios
que suponen en nuestro país la económicamente insoportable proliferación
de cargos políticos con sus camarillas de asesores en las diferentes
administraciones públicas, y muy en particular en las administraciones
autonómicas, surgidas en su día para contrapesar, con el "café para
todos", las aspiraciones de autogobierno del País Vasco y de Cataluña.
El despilfarro que ha supuesto, cargos políticos aparte, la
proliferación de televisiones autonómicas al servicio de sus gobiernos,
la inversión desproporcionada en infraestructuras de dudosa
funcionalidad y de mantenimiento caro, realizada bajo presión de esos
mismos gobiernos, y el afán injustificable por crear universidades
nuevas y por multiplicar de forma poco razonable campus y facultades en
cada ciudad, ha terminado por traducirse en una acumulación insoportable
de déficit público; el mismo que se intenta ahora contrarrestar con
recortes que afectan de forma preferente a los ciudadanos de a pie y que
se hacen a costa del deterioro de servicios esenciales.
Como lector frecuente de Pérez Reverte pienso que la carta bien pudiera
ser suya, si es que no lo es. Así que como dicen los italianos "si no es
verdadero, está bien traído". Aquí dejo el texto íntegro y que cada
cual juzgue:
"La
Cultura, la Educación, la Sanidad, las clases altas, medias y bajas,
expoliadas. Y el disparate administrativo-político-autonómico, ni
tocarlo.
A ver si lo he entendido, señor presidente... Hasta por morirme debo pagar un 21 %... A ver si lo entiendo. Insisto.
Alemania
tiene 80 millones de fulanos y 150.000 políticos. España, 47 millones y
445.000 políticos. Sin contar asesores, cómplices y colegas. O en
Alemania faltan políticos, o aquí sobran. Si en Alemania faltan, apenas
tengo nada que decir. Si en España sobran, tengo algunas preguntas.
Señor presidente.
¿Para qué sirven 390 senadores (con la brillantez
media y la eficacia política media de un Iñaki Anasagasti, por ejemplo)?
Subpregunta: si un concejal de Villacantos del Botijo, por ejemplo,
necesita contratar a 15 asesores... ¿Para qué puñetas sirve ese
concejal, aparte de para dar de comer a numerosos compadres y parientes?
¿Para
qué sirven 1.206 parlamentarios autonómicos y 1.031 diputados
provinciales? ¿Sabe usted lo que cobra toda esa gente? ¿Y lo que come?
Ese tinglado regional, repartido en diecisiete chiringuitos distintos,
duplicados, nos cuesta al año 90.000 millones de euros. Con ahorrar sólo
la mitad... Eche usted cuentas, señor presidente. Que yo soy de Letras.
En
vista de eso, ¿cómo es posible que el Gobierno de este putiferio de
sangüijuelas y sangüijuelos se la endiñe a las familias y no a ellos?
Que en vez de sangrar a esa chusma, se le endiñe a la Dependencia, a la
Sanidad, a la Educación, a la Cultura, al pequeño comercio? ¿A la gente
que de verdad lucha y trabaja, en vez de a esa casta golfa,
desvergonzada y manifiestamente incompetente?
A ese negocio autonómico absurdo e insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más de treinta años. 17 parlamentos, 17 defensores del pueblo, embajadas propias, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin casi) con dinero público. El único consuelo es que a esa pandilla depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y criaturas nuestras.
A ese negocio autonómico absurdo e insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más de treinta años. 17 parlamentos, 17 defensores del pueblo, embajadas propias, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin casi) con dinero público. El único consuelo es que a esa pandilla depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y criaturas nuestras.
Treinta
años engordándolos con nuestra imbecilidad y abulia política. Cuando no
con complicidad ciudadana directa: Valencia, Andalucía... Con unos
tribunales de Justicia cuando no politizados o venales, a menudo lentos y
abúlicos. El golfo, impune. Y el ciudadano, indefenso. Esos políticos
de todo signo (hasta sindicalistas, rediós) puestos en cajas de ahorros
para favorecer a partidos y amiguetes. Impunes, todos.
Me creeré a un
presidente de Gobierno, sea del color que sea, cuando confiese
públicamente que este Estado-disparate es insostenible. Cuando alguien
diga, señor presidente, mirándonos a los ojos, "voy a luchar por un gran
pacto de Estado con la oposición"; "me voy a cargar esta barbaridad,
racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y
necesario"; "voy a desmontarles el negocio a todos los que pueda. Y a
los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible"; "aquí
hay dos autonomías históricas que tendrán algo más de cuartelillo,
dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a Parla".
"Y el que quiera entrar en política para servir al pueblo, que se lo pague de su bolsillo".
Pero
dudo que haga eso, señor presidente. Es tan prisionero de su propia
chusma político-autonómica como el PSOE lo es de la suya. Ese toque de
jacobinismo es ya imposible. Tiene gracia. No paran de hablar de
soberanía respecto a Europa quienes son incapaces de ejercerla en su
propio país. Sobre sus políticos. Dicho en corto, señor presidente: no
hay cojones. Seguirán pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán
disfrutándolo los de siempre. El negocio autonómico beneficia a
demasiada gente.
Usted, señor presidente, como la oposición si
gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo
fácil. A cargar a una población triturada, con cinco millones de
parados, lo que no se atreven a cargar sobre sus desvergonzados socios y
compadres. Seguirá haciéndonos aun más pobres, menos sanos, menos
educados. Hasta el ocio para olvidarlo y la cultura para soportarlo
serán imposibles.
Así que cuando lo pienso, a veces se me va la olla y
me veo deseando una intervención exterior. Que le vayan a frau Merkel
con derechos históricos, defensores del pueblo, inmersiones
lingüísticas, embajadas y golferías autonómicas. De tanto reírse, le
dará un ataque de hipo. De hippen, o como se diga allí.
Lo escribía
el poeta Cavafis en Esperando a los bárbaros. Quizá los bárbaros traigan
una solución, después de todo. Para esto, que nos invadan los bárbaros
de una puta vez. Que todo se vaya al carajo y el Sentido Común reconozca
a los suyos. Si quedan.
Recristo. Qué a gusto me he quedado esta
tarde, señor presidente. Lola acaba de abrir el bar. Esta noche me
emborracho. Como Gardel en el tango. Fiera venganza la del tiempo.
Parece un título de Lope de Vega. Un tango adecuado para este pasaje".
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Gràcies mare.
Tango o no tango, estimado Sr. Pérez Reverte o quien sea el autor de tan agudo escrito, un servidor quedaría asimismo bien a gusto, si después de haber leído su escrito nuestro presidente de gobierno, éste le contestara.
Pero no lo hará..
La razón la sabemos todos.
La respuesta a esta farsa democrática que vivimos, saturada ya de acción delictiva, está en nuestras manos ante las urnas de las próximas elecciones, ojalá sean antes de lo previsto o nos llegará el agua pronto por encima de las narices.
NADIE debe votar a estos partidos atestados de bandoleros sin razón.
(imagen tomada y modificada de la serie de TV americana Thief (ladrón),
creada por Norman Morril en 2006)
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