Artículo de ayer 31 de marzo en Sin Permiso, firman Gerardo Pisarello y Jaume Asens.
"..Se ha dicho mucho en la última semana acerca de la legitimidad del ‘escrache’. Pero a menudo se ha tratado de un juicio abstracto, que prescinde tanto de las razones de la PAH como del contexto concreto que lo origina. Como es sabido, esta modalidad de protesta nació en Argentina con un doble objetivo. Por un lado, dar respuesta a la falta de actuación estatal en el esclarecimiento de los crímenes cometidos durante la dictadura. Por otro, hacer visibles en el espacio público a quienes, beneficiándose de dicha impunidad, pretendían pasar inadvertidos. Si se compara la situación argentina con la española, se detectan diferencias evidentes. Parece excesivo, por ejemplo, comparar las desapariciones y asesinatos masivos provocados por la dictadura argentina con el “genocidio financiero” simbólicamente denunciado por la PAH. Del mismo modo, puede resultar desmedido equiparar a los responsables de crímenes de lesa humanidad con los miembros de un gobierno o de un grupo parlamentario que se niega a aprobar una iniciativa legislativa popular"..
Gerardo Pisarello es profesor de derecho constitucional y miembro del Comité de
Redacción de SinPermiso, Jaume Asens
es miembro de la Comisión de Defensa del Colegio de Abogados de Barcelona.
Ambos forman parte del Observatorio de Derechos Económicos Sociales y
Culturales.
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Breve fue la inmersión a través del mundo virtual, buceando para contrastar significados y orígenes de la palabra "escrache", cuando nos topamos con este magnífico escrito de Natalia Chientaroli en su artículo para el diario.es:
"..hay quienes asocian la palabra con el vocablo genovés scraccé (retrato), con el término italiano scaracio (escupitajo) e incluso con el inglés scratch (arañar o rayar), pero la expresión forma parte del lunfardo desde siempre. En este lenguaje popular rioplatense escrachar es poner en evidencia a alguien, revelar sus malas intenciones o acciones.
El primer escrache fue a mediados de los 90, cuando una superviviente
de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros de
detención de la dictadura, descubrió que en el sanatorio Mitre de Buenos
Aires trabajaba el obstetra Jorge Luis Magnacco, el mismo que se
encargaba de los partos de las mujeres detenidas en la ESMA. Se
organizaron marchas de su casa a su trabajo. Se pegaron carteles con su
cara en los que constaban sus crímenes en los alrededores del hospital
y en su barrio. El efecto del escrache fue inmediato: Magnacco fue despedido y su comunidad de vecinos le pidió que se marchase".
Sea cual sea el origen ligüístico del vocablo que apunta a cierta acción determinada, la palabra es la palabra y la acción que describe es la acción consumada; ambas determinan ciertas consecuencias entre un pasado inactivo y sus consecuencias en el después. De una forma muy creativa nos lo dibuja el artista de grafitti en Bratislava con su expresión: "escribo por que nadie escucha".., el arriesgado gesto ilegal grafitero provoca, necesariamente, la reacción de desasosiego sobre un lector, ejemplificando el método cada vez más obsoleto en cuanto al uso y aceptación de un acto tan transcendental por toda una comunidad como es la capacidad que posée de escuchar, en este caso, un contexto de reclamo del derecho social.
Así pues, el vocablo escrache determina, hoy día, una acción que acomete en contra de la comodidad de un político indigno, independientemente de si ha cometido o no faltas ultra graves como en el origen del propio término. Por suerte o por desgracia, según se mire, cada vez son más numerosas las multitudes de indignados que se organizan, congregan y agolpan ante las puertas de los domicilios o las escuelas de los hijos de los políticos malvados denunciando a gritos, con cánticos ofensivos y pancartas menospreciativas las maldades que perpetran a los cuatro vientos esos protagonistas gobernantes, con el fin de incomodarles en su entorno social y familiar, para ver si por vergüenza, lo intentan y consiguen hacerles recapacitar.
"Anita", en un interesante comentario para justificar el escrache en el blog colectivo burbuja responde:
"¿Acaso no se permite a una empresa, para cobrar dinero, perseguir a los
morosos? ¿Acaso los deudores no temen encontrarse con un cobrador
,vestido o no de frac, a las puertas de su casa, en el trabajo,
restaurante o en cada esquina? Pues bien ¿es que acaso esas empresas no
podrían reclamar legalmente ante los tribunales la deuda no satisfecha? Y
si hubiera una conductas delictiva, ¿acaso no tendrán los morosos que
denunciarlas legalmente ante los tribunales? Conclusión, si eso se
permite a empresas privadas por cobro de dinero de otras empresas
privadas ¿no puede hacerse escrache por actos que atiendan a un bien
común..?".
Una breve palabra también para Alberto Ruiz-Gallardón, quien resolvió la criminalización de la resistencia social allá por septiembre del 2012, aportando nuevas y aplastantes ideas de tirano absolutista en el poder, a él, le diremos que vaya preparándose para fletar todos los destructores a su alcance para defender el sitio que la entera sociedad va a acometar ante la sobrada indisciplina del flagrante intento de control de nuestra sobre-excitada e indignada comunidad.. El temor crece en los desesperados, la fuerza lo hace en los indignados.
Una vez los políticos asqueados abandonan sus escaños.., sólo quedan en el banquillo los políticos asquerosos, los que suman los días que les quedan en el poder con los dedos de las manos.
No habrá salida para la absurda y desquiciada autoridad.
Al igual que J.L. Magnacco, nuestros autócraticos líderes del momento verán como en un futuro próximo y de la práctica del escrache, se obtiene una importante lección: las pinturas rupestres tienen su valor en el campo histórico pretérito y, sobretodo, en nuestro legado educacional actual.
Si no cuidas con atención los diseños de aquello que luego construyes, al revisar en el presente su valor y estado de uso funcional, caerás al vacío despistado por cualquier hueco inadvertido dentro del volumen que ocupa la propia existencia moral..
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